«Grandes personalidades de la política y de los centros de poder disfrutan aún del acto de matar animales»
Nuria Murlà es cofundadora de Galgos 112 una entidad gerundense que protege a los galgos y podencos desde las sedes de distintas ciudades y desde donde haga falta. Forma parte de un amplio equipo que sorprende por su eficacia y la seriedad de su trabajo también, así como por el poder de convocatoria en los encuentros de adoptantes. Nuria Murlà además es experta en Derecho Animal.
¿Hay derecho con lo que está pasando con los galgos?
Parece muy obvio que no, que no hay derecho a maltratar a una especie por diversión. Nadie debería sentirse con derecho a maltratar a otro ser vivo. Pero si tomamos la palabra “derecho” en el sentido más estricto de norma jurídica o facultad de hacer algo, debemos decir que sí, que por ahora muchos comportamientos que sufren los galgos a diario, están aún permitidos por nuestro sistema legal.
Cada día más personas trabajamos precisamente para que esto cambie y el derecho, en todos sus sentidos, proteja de verdad a los galgos y a los demás perros utilizados para la caza.
¿En qué otros países son tan maltratados?
Lamentablemente los galgos viven situaciones de explotación extrema en varios países, ya sea porque los utilizan para cazar o para correr en pista. Han sido tradicionalmente explotados para las carreras en países de raíces anglosajonas: Reino Unido, Estados Unidos, Irlanda y Australia y para la caza en otros de raíces hispanas: España, Argentina, Chile y Uruguay. Actualmente está habiendo cierto apogeo de las carreras en lugares asiáticos como Hong Kong o Macao y africanos como Marruecos y Argelia.
¿Qué iniciativas han contribuido a protegerlos?
Probablemente la mayor iniciativa que se haya llevado a cabo para protegerlos ha sido precisamente el hacer visible su problemática. Sigue sorprendiendo el número de personas que desconocen la realidad que hay detrás de la caza con galgos o las carreras de perros. Ya no solo la utilización de un ser sintiente para una finalidad de mera diversión sino todo lo que ellos comporta: el impedir la correcta socialización de estos animales, las malas condiciones de tenencia, el uso de drogas y substancias dopantes, la falta de control en la cría y, para terminar, el elevado abandono y sacrificio de los animales que ya han dejado de ser útiles.
¿En los años que lleváis trabajando habéis observado una mejoría de la situación?
Ciertamente, no. Sí que hemos notado mejora en la concienciación de muchas personas, precisamente por haber dado visibilidad a esta realidad que tenemos tan cerca, pero en cuanto a la explotación, maltrato, abandono y sacrificio, estamos igual que cuando empezamos.
¿Desde cuándo funciona Galgos 112?
Oficialmente Galgos 112 se fundó el 13 de abril de 2008, aunque las personas que fundamos la asociación ya llevábamos algunos meses funcionando de forma organizada. Así que, algo más de 11 años.
¿Cuál es vuestro enfoque asistencial?
Procuramos priorizar aquellos casos que se encuentran en una situación de mayor riesgo: animales que se encuentran en la calle, hembras preñadas y animales de edad avanzada o con algún tipo de discapacidad. Aunque se intenta ayudar a cualquier galgo o podenco que se encuentre en la calle, siempre y cuando haya posibilidad de hacerlo.
Aquí viene el siguiente punto, que es que evitamos la sobresaturación de los medios de la asociación. A todos los animales que llegan a Galgos 112 se les debe poder garantizar una cobertura de calidad de sus necesidades tanto de alojamiento como de atenciones veterinarias y etológicas, así que en este aspecto hemos sido muy tajantes desde el primer momento: no se atienden más animales de aquellos que se puedan atender en las condiciones que, por nuestra forma de funcionar, consideramos aceptables.
¿Las personas que viven en áreas de abandono y actúan como delegados serían los grandes héroes de la gran familia Galgos 112?
Lo bueno que tiene Galgos 112 es que, de siempre, las personas que conformamos el equipo de trabajo de la asociación, hemos sido un grupo muy cohesionado con una forma concreta de trabajar. Hemos tenido la inmensa suerte de contar, en las zonas más cruentas para los galgos y los podencos, con personas muy sensatas, que trabajan con mucha responsabilidad. Para mí, si, son héroes.
¿Y las familias de acogida?
Las familias de acogida son una pieza vital en el engranaje de Galgos 112, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra asociación no dispone de refugio. Sin familias de acogida, deberíamos ayudar a los animales de una forma muy diferente. Se perdería la esencia de nuestra asociación.
Haciendo tantos rescates con casos tan extremos… ¿Qué decir de los veterinarios y veterinarias colaboradores?
Los profesionales de la veterinaria que colaboran con Galgos 112 juegan otro papel fundamental. Ni el equipo de trabajo, donde en este aspecto incluyo a las casas de acogida, ni finalmente las familias adoptivas, podremos agradecerles suficientemente su implicación, que muchas veces va más allá de lo profesional.
Entre su elegancia y las exhaustivas entrevistas de selección de familias hay quien cree que adoptar un galgo es complicado… ¿No?
El problema viene cuando determinadas personas se plantean la adopción de un galgo precisamente por tratarse de un perro elegante, o, más recientemente, de un tipo de animal de compañía que se asocia a cierto status de buenísimo. Y es que no todo el mundo es apto, en todos los momentos de su vida, para hacerse responsable de la tenencia de un galgo, así como no todo el mundo puede, en cualquier momento de su vida, tener un gato, o un husky siberiano o un braco de Weimar o cualquier otro perro, sea el que sea.
Para Galgos 112 sería muy fácil enviar un perro X a cada persona que nos solicita una adopción y seguidamente olvidarnos del perro y del adoptante. Pero nuestro compromiso con los perros que han pasado por nosotros, dura hasta el final de sus días, por lo tanto, procuramos asegurarnos de quien vaya a recibirlo podrá atender, con ciertas garantías, su cuidado y necesidades.
También lucháis por los podencos… ¿verdad?
Por supuesto. De hecho, nos cuesta mucho comprender que haya quien pueda disociar la problemática de unos de la de otros, cuando, en España, es exactamente la misma: perros sobreexplotados para la caza.
Probablemente la problemática de los podencos aún no se haya hecho tan visible como la de los galgos, por lo que sencillamente muchas personas desconocen incluso su existencia. No es fácil darles visibilidad cuando, muchas veces, las propias asociaciones dedicadas a la protección de los galgos, no ven, o no quieren ver, la realidad de los podencos.
¿El tipo de adoptante entre una especie y otra también varía?
Recientemente hemos empezado a recibir solicitudes de adopción en las que se indica específicamente que la prioridad es darle un hogar a un podenco. Hasta hace muy poco casi el 100% de las solicitudes indicaban que querían un galgo y solo algunos decían que les era indiferente.
Entonces, ¿Cómo hemos estado gestionando las adopciones de podencos? Pues presentándolos a familias que en un principio habían indicado como prioridad la adopción de un galgo pero que aceptaron un podenco al ver que el perro en cuestión cuadraba con sus necesidades. También los han ido adoptando familias que ya tenían un galgo y han ido conociendo la problemática que transcurre en paralelo con los podencos y también los han adoptado sus casas de acogida que, simplemente se han enamorado de estos seres de orejas puntiagudas. Es que es muy complicado no enamorarse de los podencos una vez los conoces. Y en el extranjero, también varios podencos han salido adoptados fuera.
Tenéis adoptantes en todas partes. ¿Cómo hacéis el seguimiento de los galgos adoptados en el extranjero?
Normalmente lo hacemos a través de asociaciones locales que son, básicamente, quienes gestionan todo el proceso de pre y post adopción. Es decir, nosotros recibimos una solicitud de adopción de, por ejemplo, Holanda. Lo que hacemos es contactar con compañeros de allá que se encargan de todo: entrevista, elección del perro adecuado y la entrega y posterior adaptación. Para ello colaboramos con otras organizaciones de diferentes lugares. Y en alguna ocasión nos encargamos personalmente del seguimiento pero son minoría.
Volvemos a los aspectos preventivos… ¿Qué impide que se apruebe una ley que prohíba la caza con galgos?
Probablemente no haya interés en hacerlo. Nos enfrentamos a uno de los lobbies más poderosos no solamente en España sino en el mundo entero; el de los cazadores. Grandes personalidades de la política y los centros de poder disfrutan aún del acto de matar animales y en el caso de los galgos en concreto, tiene acogimiento entre personas de clase social alta. Si bien es cierto que cada vez se escuchan más voces contrarias a estas actividades, y una parte más grande de la sociedad exige el fin de todos estos actos de maltrato que tienen por única finalidad la diversión de unos pocos, los círculos más cercanos al poder aún no nos son cercanos. Aquí hay que destacar también que, así como hay veterinarios que han hecho de la protección de los animales algo más que su oficio, también hay sectores en la profesión que siguen abogando por proteger y esconder a los maltratadores. Incluso hay veterinarios que sencillamente, forman parte de todo este engranaje.
¿Una mayoría canina y humana está pagando con dolor el capricho de unos pocos o es que en realidad es un gran negocio?
Por supuesto hay mucho dinero detrás de tanta miseria. Montas, compra-venta de ejemplares que se pagan por cantidades muy elevadas, etc. El dinero que se mueve detrás de todo este mundillo precisamente sea uno de los alicientes que hace que después de años de lucha, todo siga igual.
Como jurista… ¿Qué hoja de ruta deberían seguir las entidades para acabar con el horror que persigue a los perros de caza?
En primer lugar es esencial la aplicación estricta de las normas de protección animal, en todos los ámbitos, también para los cazadores. No puede ser que, habiendo normativa de protección animal, a todos los niveles: estatal, autonómico y local, sin olvidar a nivel comunitario, ésta no se aplique. Y aún peor, que ya en el momento de la aprobación de nuevas normas más proteccionistas, sepamos que no se van a aplicar. Esto no pasa en ningún otro ámbito del derecho.
No puede ser que las autoridades y cuerpos de seguridad desconozcan la legislación en materia de protección de los animales. Si un animal debe estar microchipado, ¿Cómo es que aparecen tantos galgos y podencos sin chip? Si un veterinario tiene la obligación de ver el cadáver de un animal antes de declarar su defunción o, en su defecto, anotar que la declara sin haber visto el cuerpo, ¿Cómo es que nos encontramos con perros vivos que constan dados de baja por muerte con firma de veterinarios colegiados? Si los animales estuvieran debidamente identificados, deberían declararse muchos núcleos zoológicos, que serían debidamente registrados, de modo que aseguraríamos que las condiciones higiénico-sanitarias en las que viven miles de perros cumplen, al menos, con unos mínimos y que deshacerse de un animal no fuera tan fácil como dejarlo en la calle y cerrar la puerta para que no pueda entrar.
Por otro lado, es importante la unidad de acción, tal como sucede en el lobby de los cazadores. La formación y profesionalización de las personas que abogan por la protección de los galgos y podencos en particular y de los animales de compañía en general es esencial. De hecho es algo que ya ha pasado en otros ámbitos de la protección de los animales, como pueden ser la protección de los animales salvajes o la de los animales destinados a producción.