Los perros de asistencia: el mejor amigo del hombre y su mejor ayudante
Marga Macías, de la UPC, con un futuro perro de asistencia
La compañía que los perros hacen a las personas y el amor y la estima que son capaces de generar no tienen precio. Seguramente, esta es la principal aportación que los perros hacen a los humanos. Pero el mejor amigo del hombre lo es también porque ha demostrado con creces que es capaz de llegar allí donde ni siquiera los seres humanos pueden hacerlo. Hay ayudas importantísimas que los perros dan a los humanos que no podríamos sustituir por ninguna otra máquina o ser vivo. Es decir: o lo hacen los perros o no lo hace nadie. Los perros de asistencia, entre los que se encuentran los perros guías, son el mejor ejemplo.
Los perros capaces de ayudar a los hombres son conocidos como «perros de asistencia» y se pueden dividir en cinco grandes grupos, según la Generalidad de Cataluña:
- Perro guía o lazarillo: adiestrado para guiar personas con discapacidad visual o sordociegas.
- Perro de servicio: adiestrado para prestar ayuda a personas con discapacidad física tanto en el entorno privado como en el externo.
- Perro de señalización de sonidos: adiestrado para avisar a las personas sordas de diferentes sonidos e indicar la fuente de procedencia.
- Perro de aviso: adiestrado para dar una alerta médica en caso de crisis epiléptica, diabética u otros tipos de enfermedades que se reconozcan.
- Perro para personas con trastornos del espectro autista: adiestrado para cuidar la integridad física de una persona con trastornos del espectro autista.
Una de las instituciones que mejor conoce estos perros es la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). El abanico de cursos y postgrados sobre adiestramiento que ofrece este centro es uno de los más amplios. La directora del programa es Margarita Macías. «El Ferrari de los perros de asistencia es el perro de alerta médica», dice convencida. «Son capaces de detectar las subidas o bajadas de azúcar que sufren las personas diabéticas antes de que ellas se den cuenta» y avisan para que se tomen la glucosa o el medicamento pertinente. Para detectar las subidas y bajadas de azúcar, los perros utilizan su mejor arma: el olfato. Previamente adiestrados, los perros saben cuál es el olor que desprenden las personas cuando su nivel de azúcar es correcto y detectan cuando se producen alteraciones peligrosas. La vida de un diabético con un Ferrari a su lado cambia radicalmente. Es por este motivo que se le considera el mejor de los perros de adiestramiento.
También merecen atención los perros de señalización de sonidos. Por ejemplo, cuando suena el despertador de una persona sorda, es el perro quien se despierta con el sonido y quien avisa al dueño que ya ha llegado la hora de empezar el día. El dueño se levanta, apaga el despertador y le da las gracias a su despertador peludo.
Pero estos animales también son capaces de reaccionar cuando el sonido es un aviso de una situación de alarma. Por ejemplo, un niño pequeño que llora en su habitación o una alarma de incendio. En estos casos, los perros de señalización de sonidos alertan del dueño y cuando éste se pone en movimiento le cerrando el paso hasta que no escoja la dirección correcta, que puede ser la habitación del hijo que llora. De esta manera le obligan a seguir la dirección que ellos quieren.
Finalmente, también están los perros guía, que son los ojos de las personas ciegas. La primera escuela de adiestramiento de este tipo de perros se creó en Alemania en 1916 y desde entonces han proliferado por todo el mundo. El sistema varía en función del país, pero normalmente hay unos profesionales que adiestran a los perros y luego los ponen en contacto con la persona ciega. Convivirán durante unas dos semanas para analizar si la pareja es adecuada. El director del Departamento de Etología de la Universidad Eötvös Loránd de Budapest, Vilmos Csányi, explicaba en su libro «Si los perros pudieran hablar», que habían vivido situaciones excepcionales, como la de una perra que se llamaba Emma, y que entendió por sí sola que la cabina de teléfono donde siempre iba a llamar su dueño no funcionaba y lo acompañó hasta otra. Hablando con las personas ciegas, también habían descubierto que otro perro, Mike, era capaz de guiar a su dueño en casa de los amigos a pesar de solo haber ido una vez. Una de las conclusiones a las que ha llegado el equipo de Csányi, es que «los perros que están más vinculados a sus dueños son los más efectivos en la conducción».