Enrique Zaldivar, veterinario madrileño y antitaurino, es cabeza visible de AVATMA, la asociación que agrupa a muchos profesionales de la medicina de los animales contra el maltrato animal. Tras el registro de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que pretende derogar la ley que protege la tauromaquia a nivel estatal al considerarla patrimonio cultural, leer a un experto nos parece especialmente oportuno. Esta es la primera parte de la entrevista que ha concedido a Animalados.
¿Qué es AVATMA y cuando nació?
Es una asociación, dentro del amplio campo de la profesión veterinaria, cuyo objetivo es trabajar por la abolición de la tauromaquia y de cualquier otro tipo de maltrato animal, sea legal, como el primero, o ilegal. Nace en 2008 como AVAT (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia) y en 2012 ampliamos nuestros campos de acción y pasó a denominarse AVATMA.
¿Ser veterinario y antitaurino es una anomalía?
No debería serlo, pero si existimos, por algo será. De hecho, algunos “compañeros” nos han tildado de secta. La veterinaria siempre ha estado vinculada a este tipo de maltrato animal, que es defendido e incluso promocionado por los organismos oficiales que regulan nuestra profesión, amparándose en su legalidad. Sin ir más lejos, muchos de los presidentes del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España, y de colegios provinciales de veterinarios, han sido y son defensores de esta actividad. Todavía, algunos, otorgan premios a los toros que se dejaron maltratar “adecuadamente” en algunas ferias taurinas. Lo mismo hacen los veterinarios de la plaza de toros de Las Ventas. Hay excepciones como Valencia y Madrid, cuyos colegios eliminaron el premio que daban al mejor toro de sus ferias locales.
¿Este un tema que no había sido debatido públicamente dentro de su colectivo?
No, hasta que nace nuestra asociación. A nadie se le debe escapar que, sin la presencia de veterinarios, no es posible la celebración de festejos taurinos y mientras sea legal, no faltarán en las plazas de toros o en los festejos populares. Que quede claro que ser veterinario de festejos taurinos es voluntario y se apuntan los que quieren: unos por ser taurinos y otros porque se paga relativamente bien. Afortunadamente son los menos los que de ética profesional andan escasos. Aquí no hay superioridad moral, sino sentido común ¿Y qué hace los veterinarios designados en estos festejos? Dicen que, entre otras funciones, velar por el bienestar de los animales. Bienestar animal y espectáculos taurinos son incompatibles.
¿Es cierto que acabada la tauromaquia se extingue el toro de lidia?
Es uno de los “sesudos” argumentos del mundo del toro de lidia. Digamos que la raza de bovino de lidia solo tiene un fin para su crianza, y si éste desaparece, el número de ejemplares (algo menos de 200.000 en la actualidad, entre machos y hembras de diversas edades) disminuirá de forma evidente. Se mantendría un cierto número de estos animales, en unas pocas ganaderías, para que pudieran ser visitadas por quienes tengan ese interés. De hecho, este tipo de actividad es un importante recurso económico para algunos ganaderos que lo pusieron en marcha hace ya algunos años. ¿Pasa algo si desaparece una raza bovina? No, no pasa nada. Qué se pierde riqueza genética. Menudo problema. Los hay que apuestan por la carne de estos animales para su consumo; en esto andan algunos afamados chefs, ganaderos de lidia, pero, sin entrar en profundidad en el asunto, no es igual la carne de un animal que ha sido utilizado en un festejo taurino, que la de aquel bóvido de lidia que ha ido al directamente al matadero desde su explotación. Algún animalista habrá que me dirá que es lo mismo. Pues no, insisto, no es lo mismo.
«Todos los festejos son un claro ejercicio de maltrato sobre los animales que se utilizan»
¿Qué festejos le parecen más aberrantes?
Todos, sean los que sean, son un claro ejercicio de maltrato sobre los animales que se utilizan. Todos tienen que ser abolidos. Si hay que establecer un orden en cuanto a los festejos, pondría en primer lugar las becerradas con muerte, por la corta edad de los animales y la indefensión que éstos manifiestan. En cuanto a los populares, los embolados, los ensogados y los bous a la mar.
¿Qué supone para un animal ser «alquilado» para festejos?
Supone su reutilización y el verse expuesto, numerosas veces a lo largo de su vida, a lo que los organizadores de los festejos les parezca conveniente. La gente puede pensar que se acaban acostumbrando, pero los veterinarios sabemos que es todo lo contrario. un argumento tan absurdo como que los animales no sufren no se sostiene desde el conocimiento científico. Cada vez que se les maltrata, su padecimiento es mayor. No existe adaptación o “acostumbramiento” ante este tipo de agresiones físicas y psíquicas. Algún “compañero/a” lo fía a que se quemen los ojos o no se los quemen. La vergüenza de nuestra profesión.
¿Está la tauromaquia en extinción?
Está, está, pero el proceso es mucho más lento del que yo podía prever hace 15 años, cuando fundamos AVATMA. Hay menos ganaderías, hay menos festejos, hay menos espectadores y los taurinos hace tiempo que se reconocen minoría social, lo que les hace reivindicar su derecho a existir y a ser protegidos de los ataques de eso que llaman las hordas animalistas, anti especistas, o simplemente de los que, no siendo animalistas, trabajamos por el cese de este tipo de actividad y del maltrato animal. Los datos que he apuntado son, sin duda, buenos para los que estamos comprometidos con la causa abolicionista. El problema es que existe una mayoría social que es indiferente a la existencia de este tipo de maltrato animal, que está normalizado, y que no le merece el mínimo interés a la hora de posicionarse a favor o en contra. Las encuestas dicen lo contrario, pero desde mi punto de vista, las cosas están así.
¿Qué lo sostiene económicamente?
En realidad, lo sostiene, en la mayoría de los casos, el mismo poder económico que tienen los propios ganaderos que crían este tipo de animales; esto les permite mantener una actividad que no les reporta beneficios económicos directos, salvo raras excepciones. Cuando te pones a analizar, como estoy haciendo desde hace meses, quién o quiénes están detrás de este tipo de explotaciones, te das cuenta de que son otros los negocios a través de los que generan sus ingresos. No vamos a negar que las subvenciones de la PAC (Política Agraria Común) facilitan, en cierto modo, que puedan seguir manteniendo su “capricho”, que en la mayoría de los casos pasa de mano en mano a través de herencias. El otro sustento es también de carácter público: diputaciones, municipios y comunidades autónomas, que sufragan los gastos requeridos para que se puedan programar festejos taurinos o que les riegan de ayudas cuando, dicen, las necesitan. Lo último que he visto es que hay ganaderos que han recibido ayudas del Ministerio de Agricultura por el aumento de los costes de producción por la guerra de Ucrania. También las recibieron, por parte de las CCAA, durante la pandemia por no poderse celebrar festejos. Suma y sigue. Ojo, que no digo que las ayudas al sector agroganadero no sean necesarias, porque abaratan los precios de los alimentos que consumimos, pero si cuestiono que ese dinero vaya a parar a la parte de su actividad que consiste en criar bovino de lidia.
«La tauromaquia es una actividad endogámica en la que priman los vínculos de sangre entre familias»
¿Genera riqueza?
Entre ellos, genera riqueza entre ellos. El dinero sale de sus bolsillos y vuelve al lugar del que salió. Ganaderos que son profesionales taurinos o lo fueron, que son empresarios taurinos, incluso dueños de plazas de toros, que se compran y venden fincas y animales… Es una actividad endogámica en la que priman los vínculos de sangre entre familias, muchas de ellas formadas por los grandes terratenientes y oligarcas de España. Los puestos de trabajo que generan, desde la actividad taurina, son escasos y los pueden mantener en base a sus otros negocios. ¿Quién puede mantener un negocio que reconocen como deficitario? Ellos. Hay taurinos que han dicho que el blanqueamiento de dinero se mueve a sus anchas en esta actividad.
¿Y en las ferias?
Digamos que Madrid, por ser, con su feria de San Isidro, un referente para el mundo taurino y que es la única que mantiene ciertas entradas de público en números “decentes”, podría ser la más tauricida, a lo que han ayudado los diferentes presidentes/as que ha tenido esta CCAA en los últimos años. Lo que nadie entiende es que la empresa que explota la plaza de toros de Las Ventas, a la hora de presentar sus cuentas, siempre da pérdidas. Que nos lo expliquen.
¿Se han calculado los gastos de los servicios sanitarios, funerarios y las indemnizaciones derivados de los «accidentes» en los festejos taurinos?
Que yo sepa, no. Los organizadores de festejos taurinos populares deben de tener, de forma obligada, pólizas de seguro contratadas, que cubrirán lo que cubran, y que pagan los organizadores de los eventos, es decir, los ayuntamientos o los empresarios que los organizan que, a su vez, han sido contratados por los gobiernos municipales o diputaciones provinciales e incluso por alguna comunidad autónoma. De hecho, este tema ha generado una amplía polémica, porque las compañías de seguros hace tiempo que cuestionan determinadas coberturas de riesgo que probablemente les hacen perder dinero. Los profesionales taurinos, los que participan en festejos en plaza, entiendo que tienen cubiertos los riesgos por sus mutuas o por la sanidad pública. Los habrá que tengan sus seguros privados. Sea como sea nos cuestan un dineral que pagamos con nuestros impuestos. Pagar los gastos que comentas, de una serie de gente que se pone de una u otra manera delante de uno de estos animales y que padece las consecuencias, es inexplicable. Mejor dicho, debería ser intolerable y es estúpido. Un ejemplo: los heridos en los encierros de San Fermín.