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Amistades que dejan huella

 

«El lobo llegó sin nombre, y fueron su personalidad y sus acciones las que se lo dieron, no al revés. Además, ¿a cuántos lobos salvajes hemos bautizado en toda nuestra historia? A un puñado por su mala fama, eso seguro, pero a ninguno con cariño y reconocimiento, al menos no en vida. «¿Qué tiene un nombre?», susurraba la Julieta de Shakespeare. «Lo que llamamos «rosa» sería tan fragante con cualquier otro nombre». Quizá podría decirse lo mismo del tocayo salvaje de su amante, siglos más tarde y en un mundo distinto.» pág 208

 

¿Realmente ama el hombre a lo bello? ¿a lo bueno? ¿a lo salvaje? ¿a lo libre? ¿Realmente lo admira? ¿O más bien lo teme? ¿lo envidia? Pocas son las almas valientes que se atreven a querer a aquél que sobresale, que brilla, que emana belleza, bondad, inteligencia. Pocas son las almas que, como Nick Jans y sus compañeros, aman realmente al lobo.

Es más fácil ser adulador de la mediocridad. No le implica a uno sentirse mal, sentirse inferior, sentirse feo o tonto. Sentirse uno entre un montón. Admirar, querer, respetar a lo que sale de esta esfera requiere humildad, requiere corazón.

Nick Jans, nuestro escritor, lo descubre él mismo en su propio camino de vida. De cazador experto, con unos cuantos lobos, osos y otros animales a sus espaldas, pasará a capturar a sus animales con la cámara y con su pluma. Nick reconocerá por fin el crimen que existe detrás de la muerte de sus presas. Rectificar es de sabios, y de humildes.

Ya en su nueva vida, y residiendo con su esposa animalista en la localidad de Juneau, en Alaska, Nick tendrá la inmensa suerte de conocer a Romeo, nuestro protagonista, el gran lobo negro.

Foto de Nick Jans

Un lobo singular, único. Un animal muy sociable que se acercará cada invierno a jugar con los perros de los lugareños, a pasear con ellos y sus humanos. Un lobo que seguirá siendo salvaje, libre, lobo a pesar de compartir incontables horas con perros y humanos. Pero un lobo a quien el amor de sus amigos humanos le concederá un nombre: Romeo.

Romeo, el gran lobo negro, de pelaje brillante, silueta esbelta, sonrisa lupina, aullidos inconfundibles. El lobo que, sin saberlo, cambiará la manera de ver a esta especie por parte de muchos humanos ignorantes.

Malos, traicioneros, peligrosos, hijos del diablo… Romeo y sus danzas en el hielo, sus trotes en el lago, sus miradas bondadosas y fieles, aullaron, y todavía aullan gracias a la obra de Jans, para hacer desvanecer todas las mentiras que se explicaban y explican sobre este precioso y digno animal. Romeo, oh Romeo.

Cazados, perseguidos, maltratados hasta los límites más crueles «los quemaban vivos, los ataban a caballos para poder arrastrarlos hasta morir, les metían anzuelos en la carne que comían o los dejaban libres con la boca y el pene cosidos con alambre» nos explica Nick Jans. ¿El lobo es el peligroso? El diablo en esta historia se hiergue a dos patas y empuña su odio, su vileza y su pequeñez para acabar con un ser del que ni siquiera se tienen casos documentados que nos haya atacado casi nunca. Y aunque así fuera.

Los exterminamos en Yellowstone, los encerramos en zoos, los colgamos muertos en señales de tráfico en España, sí, aquí, en nuestro país. Les ponemos un precio y los vendemos al mejor postor.

Pero por suerte hay quienes alzamos la voz para defenderlos, para contar la verdad sobre estos magníficos animales. Para luchar por ellos, pidiendo que se haga justicia. Humanos valientes que dedican su vida a salvar la de los lobos, la de todos los romeos de nuestras montañas, como lo hizo Félix Rodríguez de la Fuente o como hoy hacen los compañeros de Lobo Marley.

Romeo bajó de las montañas, se acercó a bailar con sus amigos perros y sus humanos. Se acercó, jugándose la vida en cada encuentro, y nos miró sin recelo ni odio, a nosotros, a los humanos, a la especie que ha aniquilado la suya.

Romeo amó a sus amigos, a su manera salvaje, como aman los lobos, sin rencores ni envidias, con su amistad verdadera y libre, hasta el último de sus días.

Foto de Nick Jans

A los que seáis sensibles no tengáis miedo de leer la obra de Jans. No temáis a las lágrimas ni a las sonrisas. Leed esta historia de amistad, una amistad más allá de las especies, más allá de las palabras. Una amistad que se escribió sobre el hielo de los prejuicios, y consiguió derretirlos.

No temas al lobo feroz, al lobo, al lobo. Teme a tu ignorancia, a tu superstición, a tus miedos. Cuando los abandones, quizás un día, con suerte, tengas un amigo libre y salvaje como Romeo, y si no llegas a conocerlo que almenos puedas oír sus aullidos en los bosques.

Lobo Negro, obra de Nick Jans, editado por Errata Naturae en su colección de libros salvajes

Para pedir la protección del lobo en Cataluña

 

Artículo de Silvia Esteve