“Hay que regular la Inteligencia Artificial para que no sea discriminatoria con los animales”
Silvina Pezzetta es Doctora en Derecho, investigadora y activista antiespecista. Se ha formado en prestigiosos centros europeos y estadounidenses al más alto nivel. Descubrimos de su mano las paradojas del derecho animal argentino, uno de los más relevantes del mundo al ser “el país que tiene más sentencias favorables para los animales”.
¿Cómo es defender los derechos de los animales en un país como Argentina tan ligado al tópico del consumo de carne y la explotación ganadera?
La identidad argentina se construyó en base a la explotación animal, sobre todo de vacas. Nuestra historia, política y economía están ligadas a esta explotación y aún somos un país identificado con esta actividad. Incluso actualmente la cría de animales, en particular de vacas, es doble: generar divisas y satisfacer el consumo de carne del mercado interno. Somo el país que más carne roja consume per cápita y cuya comida emblema es el asado.
Comer carne, además de una actividad considerada muy argentina, está asociada a una dieta de calidad y un indicador de bienestar económico. Hay ya algunas investigaciones interesantes sobre este consumo que realizan investigadores sociales.
A ello sumaría la contradicción actual en Argentina porque, de una parte, experimenta una intensificación de la ganadería (aunque el sector de pollos está ya intensificado hace décadas) y, de la otra, es testigo de una creciente cantidad de sentencias judiciales que reconocen a algunos animales como sujetos de derecho. Esta contradicción es actualmente objeto de mi tarea de investigación porque es tan fascinante como sugerente de que, a pesar de que el país ofrece el peculiar desafío de estar construido sobre la explotación animal, avanza hacia el reconocimiento de los derechos animales.
Muy poca gente sabe que Argentina fue un país pionero a través de la Ley Sarmiento de protección de los animales allá por 1891…
Incluso más importante que esta ley fue la ley que la reformó. Se trata de la ley 14.346 del año 1956 de carácter penal que establece penas para los delitos de maltrato y crueldad. En esta ley hay dos aspectos remarcables: aplica a todas las especies animales y utiliza el término “víctima” para referirse a los animales.
Esta aplicación a todos los animales sin distinción de especies es una diferencia con otras legislaciones como la de EE. UU. que deja afuera a los animales de “granja”, por ejemplo. Asimismo, muchas sentencias judiciales favorables a los animales se dieron en procesos penales en que se aplicó esta ley pionera.
«El cierre del zoológico de Buenos Aires fue uno de los hitos del activismo animalista»
¿Cuáles son los hitos del activismo animalista nacional?
Diría que el cierre del zoológico de Buenos Aires, aunque con un resultado agridulce, fue un gran logro del movimiento y fue el prolegómeno de los fallos Sandra y Cecilia. También la prohibición de las carreras de perros por medio de la sanción de la ley penal 27.330. Más recientemente, en 2020, se logró frenar el acuerdo porcino con China que preveía la financiación e instalación de decenas de mega granjas intensivas de cerdos en nuestro país.
Esos son hitos identificables, pero, más allá de eso, es muy destacable la cantidad de grupos de activistas que, con distintos marcos teóricos, estilos, campañas y formas de comunicar, han logrado instalar el debate sobre la explotación animal, el especismo y el veganismo en diferentes espacios y agendas. Desde pegatinas a activismos en las calles, redes sociales, grupos de lectura, protestas, marchas hasta participación en medios masivos de comunicación, el trabajo que hacen es vital para llegar al gran público y promover el debate sobre qué les debemos a los animales.
Aboga con especial sensibilidad por las palomas. ¿Por qué?
Como pasa en muchas ocasiones, me involucré con las palomas luego de un rescate de un animal de esta especie. Este primer rescate fue el inicio de muchos otros, de aprender sobre la especie y de los enormes desafíos que enfrentan los animales urbanos no domesticados.
Las palomas Columba livia conviven entre nosotros porque fueron domesticadas hace varios milenios y explotadas por diversas razones. Algunas se escaparon, otras fueron abandonadas y, como especie, son altamente exitosas porque las ciudades ofrecen espacios de nidificación similares a las rocas que eran el hábitat de sus ancestros. Pero sus vidas a nivel individual son muy duras y llenas de sufrimientos evitables. Este origen las convierte en una especie muy interesante con una relación especial con los humanos que, ahora que ya no nos sirven, las vemos como un problema o “plaga”.
Además de las palomas, me interesan otros animales urbanos como ratas, ratones, ardillas o gaviotas porque ponen a prueba nuestras ideas de lo que es una ciudad, del lugar de los animales y de los humanos y nos invitan a pensar en temas poco trabajados en el derecho y la ética animal.
¿Cree que desde el activismo se transmite bien el mensaje contra el maltrato animal o se despierta demasiada culpa, defensa o disonancia cognitiva?
No está dentro de mi área de investigación el estudio de la efectividad de las campañas y hay muy buenos trabajos al respecto, así que mi opinión es desde la perspectiva de una persona involucrada pero no especialista. Como tal, diría que no hay una única forma de hacer activismo que llegue a todos los públicos y, por eso, es tan importante la diversidad. Seguramente hay personas a las que una campaña determinada puede generarles culpa y, a otras, esa misma campaña puede significarles un cambio radical de postura.
«Argentina es el país que tiene más sentencias favorables para los animales»
¿Qué significado tiene la reciente sentencia de un juez argentino a un criador irregular por maltrato en cuanto al estatus legal de los animales y cómo podría influir en futuros casos de maltrato animal en el país?
Argentina es el país que tiene más sentencias favorables para los animales, aunque su identidad está ligada a la explotación animal. Por eso, quizás, incluso estos fallos sean más favorables. Sin dudas el caso Sandra fue el que inició, a nivel judicial, que más jueces y juezas fallaran reconociendo a los animales involucrados en los litigios como sujetos de derecho. Creo que estamos frente a una tendencia importante de reconocimiento de derechos para los animales. Desde la perspectiva teórica del derecho de la que parto, estos fallos son cruciales porque el derecho es una práctica colectiva y se evidencia un cambio interpretativo del derecho vigente que acompaña mejor los avances en materia de ética animal y la creciente preocupación de las sociedades por los demás animales.
Por eso, no sólo el resultado del caso es importante, sino que mi preocupación es que los fundamentos sean sólidos para que permitan sentar bases que no sean de “barro”. Pero falta mucho trabajo y los fallos, o las leyes, operan y surgen en contextos sociales que imponen límites a lo que puede hacer el derecho.
¿Cuál es la importancia de considerar a los animales como cohabitantes de nuestras sociedades interespecie y otorgarles una dignidad intrínseca, según lo establecido en esta sentencia?
Uno de los aspectos más interesantes de esta sentencia es que incorpora, por primera vez en la jurisprudencia nacional e internacional, la noción de sociedades interespecies y de los animales como cohabitantes. No alcanza con pensar en los animales como sujetos de derecho. Al igual que para los humanos no alcanza con ser reconocidos como sujetos de derechos -aunque fue una lucha lograr que todos los humanos fuéramos considerados tales- somos también integrantes de comunidades políticas que es, precisamente, donde esos derechos se operacionalizan con mayor fuerza. Tanto es así que tener una nacionalidad es un derecho humano.
Este fallo es muy importante porque plantea esa cuestión y abre la puerta para una discusión que nos debemos y que, seguramente, permitirá explorar situaciones inadvertidas, como la de los animales urbanos, pero también que no estamos solos en el mundo y que muchos animales ya cumplen con reglas humanas además de estar bajo nuestra tiranía en el sentido político del término.
«El especismo es una forma de discriminación que todavía está muy legitimada»
Recientemente en sus redes denunció las reservas de la Inteligencia Artificial respecto a la creación de contenido denunciando el maltrato animal y defendiendo a los animales. ¿Qué pasó y cuál es su opinión al respecto?
La intersección entre explotación animal, derechos animales e inteligencia artificial está en el horizonte de mis investigaciones. Hasta el momento hay una sola regulación legal, la europea, que incorpora límites al desarrollo de esta tecnología teniendo en cuenta su impacto en los derechos humanos y en el ambiente. Pero nada se ha dicho de los animales no humanos. Así como ya se han puesto en práctica medidas para evitar los sesgos contra grupos vulnerables, corresponde que se empiece a hacer lo propio con los animales. Hay ya algunas investigaciones al respecto y espero que, prontamente, se convierta en un tema central para el derecho animal.
La tecnología no es neutral así que hay que empezar a prestar atención porque, para peor, el especismo es una forma de discriminación que todavía está muy legitimada y es legalmente aceptada.