desÀrtic: arte contra el cambio climático
«Lo único que impide a Dios enviar un segundo diluvio es que el primero fue inútil» Nicolás de Chamfort
«Las peores previsiones apuntan a que en 2025 pueda haber veranos sin hielo en el Ártico» apunta Pilar Marcos de Greenpeace en la presentación de desÀrtic, la exposición que han organizado conjuntamente con siNesteSia y Centre Cívic Sagrada Familia.
¿El Ártico sin hielo? Sí, un ártico sin hielo, y sin las vidas que a él van ligadas.
Descongelarnos. Descongelar nuestros corazones, desescarchar nuestra mirada. Esa es la intención de la muestra artística desÀrtic. Comisariada por Montse Pérez, creadora del espacio de arte siNesteSia y comisaria también de la muestra solidaria contra el maltrato animal El Venadito, desÀrtic ha unido a 60 artistas que con sus obras denuncian y evidencian la situación del polo norte. El 20% de cada venta irá a la ong ecologista.
En pequeños rectángulos de 15x15cm cada artista ha depositado su mensaje de SOS. Si el barco del ártico se hunde, nos hundimos todos. Como nos comenta Montse Pérez «buscaba realizar una muestra muy homogénea, con obras que compartiesen tamaño y temática, para poder partir de la idea de que el Ártico somos todos».
El Ártico somos todos. No es «de» todos. Hay que eliminar la propiedad. No nos pertenece, ni nos sirve. Somos una especie más del planeta. Nuestro egoísmo, nuestras ansias de posesión solo hacen que contribuir a su muerte y degeneración.
Gema Labayen nos lo explica perfectamente en su obra Aprovecha el deshielo. Una de las grandes miserias de la especie humana es que le pone precio a todo. Todo se vende. Incluso la destrucción. Si empezáramos a vivir la vida y no a poseerla, todavía tendríamos la compañía de muchas de las especies a las que hemos aniquilado.
Especies. Allí, en la distancia. Las palabras pueden construir muros muy altos. Si pensamos en la especie del zorro polar, quedamos lejos, muy lejos de él. Las taxonomías, las clasificaciones, nos ayudaron a ordenar el mundo, pero no a empatizar con él. Yo humano te doy nombre, y en ese nombrar nos atribuimos en cierta manera su creación. El problema es que en nuestra particular «creación del mundo» en el séptimo día no descansamos y admiramos aquello creado, en el séptimo día empezamos a destruirlo. A destruirnos.
«El mal gana cuando los buenos no hacen nada» dijo Edmund Burke. Hagamos pues, sigamos haciendo, algo.
Más de 8 millones de personas han firmado ya el manifiesto de Greenpeace para salvar el Ártico, petroleras como Shell han abandonado sus prospecciones, y se han creado moratorias de pesca. Pero el Ártico sigue en peligro. Otras muchas empresas planean su explotación. Es hora de declarar el Ártico zona protegida.
«Feliz Navidad» de Iribú, nos encara con este oso polar, que recoge entre sus dientes una postal. Un gran oso que hace equilibrios en el pequeño trozo de hielo que le queda. Les hemos dejado las sobras del planeta. Lo que queda. Obligando a animales tan majestuosos como los osos a mendigar comida.
Y eso sin casi poner un pie en sus tierras. La aniquilación de este ecosistema está siendo en gran parte a distancia. Mi día a día, y el tuyo, contribuyen a su desaparición. Nuestro consumo les consume.
Al fondo de la sala, el video de Ludovico Einaudi nos acompaña en la visita. El músico navega con su piano por las aguas del Ártico, poniendo banda sonora al deshielo. A un final anunciado. Si no quieres que su música sea un réquiem por el Ártico, actúa. Descongélate, para congelarlo de nuevo.
Silvia Esteve
Más info sobre la exposición y sus actividades
Foto de portada: «Vulnerable» de Teresa Such