La sociedad (y la ley) contra los collares dañinos
Abril ha sido muy provechoso en lo relativo al bienestar canino. Castellón y Málaga han desarrollado actuaciones contra los collares dañinos. La población andaluza ha visto publicado en el boletín oficial provincial parte del texto que ha ido elaborándose y debatiéndose en los últimos meses. Además, se ha anunciado que la sanción a los usuarios de collares de pinchos, ahogo y eléctricos se hará extensible a toda la Comunidad valenciana después del paso adelante que ha dado Castellón.
Primero fue Barcelona en octubre de 2014 y dos años más tarde, en julio 2016, se unió Madrid. Estamos a la expectativa de otros municipios y Comunidades Autónomas en periodos diferentes de la redacción de su ordenamiento. A finales de marzo en la capital española hubo un encuentro de adiestradores para compartir soluciones que sustituyan los collares empleados contra conductas indeseables. Los collares de pinchos se han empleado sin mucho éxito como método disuasivo de los tirones en el paseo. El collar de ahogo ha sido muy popular por su comodidad al ponerlo y por su adaptación casi universal a distintos tamaños de perro. Su accesibilidad y precio también han jugado a favor de estos instrumentos que hoy sabemos que afecta negativamente a la socialización, al vínculo y a la autoconfianza por no hablar de los daños físicos.
Son los avances de la ciencia veterinaria y de la etología los que están motivando esta modificación. Ya hace años Lluis Ferrer, prestigioso veterinario y exrector de la Universidad Autónoma de Barcelona, manifestó: «No se me ocurre ninguna indicación para el uso de este tipo de collares». Lo que era una certeza para un observador avezado o con sentido común se ha visto confirmado por diversos estudios que analiza el cortisol en saliva o el cambio de comportamiento después de un ajuste quiropráctico que soluciona dolores secundarios a los collares.
Así pues la ley en esta ocasión refleja tanto el progreso en el ámbito del bienestar animal como la implicación de profesionales y activistas en pro de una conducción responsable. En una estadística nacional reciente, el 31% de los encuestados manifestaba preferir a su perro por encima de sus amigos. En EEUU ya hace tiempo que las familias con perro y gato en un 70 % no dudan en considerarlos miembros de la familia. Así que conforme vamos «sacando del armario» nuestro afecto por compañeros de otras especies, la ciencia, la justicia y por ende, la Sociedad en general va comprendiendo que la capacidad de sentir es suficiente para que procuremos generar felicidad y eliminando sufrimiento.
Emma Infante, presidenta de FuturAnimal
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