La segunda vida de las siete cabritas
Un refugio del Camp de Tarragona acoge animales de granja abandonados para encontrarles una nueva familia
Una quincena de niños acompañados por sus padres escuchan atentamente la explicación de Sandra. Tiene solo 15 años pero se hace escuchar. Grandes y pequeños callan mientras ella habla. Está dando los consejos para entrar en el recinto de los emus, que es el segundo pájaro más grande del mundo, sólo superado por el avestruz. Esta pareja de emus, como todos los animales que hay en el refugio de Les Set Cabretes, en Botarell (Tarragona), han sido abandonados o entregados por personas que no se podían hacer cargo.
Ocas y patos en remojo, gallinas, conejos, cerdos, una vaca gigante, tres ovejas escondidas bajo la lana, alpacas y también las cabritas, que no sólo son siete, sino una treintena, disfrutan de una segunda vida después de haber sufrido un abandono. Las adopciones se van produciendo poco a poco, pero los ingresos de los animales abandonados no se detienen. «La mayoría de los animales nos llegan de decomisos que hace la Generalitat, pero también de ayuntamientos», explica la madre de Sandra, que lleva el mismo nombre que la hija. Toda la familia está volcada en este proyecto de bienestar animal y humano.
Sandra Arruego es educadora social y trabaja en un centro de menores. Junto a otros cinco socios (todos ellos educadores sociales) crearon este proyecto que no solo quiere ayudar a los animales abandonados, sino que también quiere aportar un grano de arena para ayudar a los chicos y chicas con los que trabajan en el centro de menores: «Cuando vienen aquí, estos animales los hacen de espejo: ven cómo animales abandonados han logrado salir adelante y eso les da fuerza, porque algunos de ellos han sufrido situaciones similares», explica Arruego.
Les Set Cabretes funciona gracias al esfuerzo diario de estos cinco socios ya la familia de Sandra, formada por su marido, Jose, y sus hijas, Sandra, Andrea y Lucía. El proyecto recibe una subvención de la Diputación de Tarragona y otra por actividad asistida con animales pero el dinero de estas ayudas no es suficiente para hacer funcionar el refugio, de manera que organizan también actividades para que puedan ir familias o fiestas de cumpleaños para los más pequeños. Además de poder entrar en la jaula de los impresionantes emus y darles de comer, la actividad permite también una ruta guiada por todo el refugio con animación incluida, eso sí, respetando en todo momento bienestar de los animales.
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