Recoge un cachorro de la calle y la condenan por robo
El animal, que reclamaban unos cazadores, estaba enfermo y no tenía chip
Núria se encontró a una joven hembra de podenco sucia y llena de pulgas en su pueblo de Tarragona. Había sido abandonada o se había escapado. No llevaba collar. Enseguida la recogió, la limpió, la cuidó y la alimentó con cuidado, después de ver que «vomitaba de todo». La llevó también al veterinario, donde le dijeron que, en general, estaba bien pero que no tenía el chip de identificación, de manera que no se podía saber quién era el dueño. La identificación de los perros, hay que recordarlo, es obligatoria para todos y es la mejor protección que puede tener un animal contra la lacra del abandono. Núria la acogió en su casa y mientras estaba pensando qué hacer con la perra, porque ya tiene dos y no se la podía quedar, todo se complicó.
«Un día mientras la paseaba, paró un coche a mi lado y me preguntó: ‘este perro es tuyo?'», recuerda Núria. Ella sabía perfectamente que el hombre con quien estaba hablando era un cazador. «Si, es mía», respondió. El cazador comenzó a decirle que era mentira, que aquella perra le pertenecía y que la tenía que volver. «No tiene ningún chip, así que deberás demostrar que es tuya», le espetó Núria al cazador. La presión de la familia de los cazadores y de otras personas del pueblo contra Núria aumentó e, incluso, según recoge la sentencia a la que ha tenido acceso Animalados, la fueron a esperar a la puerta de su casa para reclamarle la perra, hasta el punto que Núria «estaba asustada». La versión de esta vecina es que le amenazaron con hacerle «la vida imposible» y con no dejarla entrar en su casa. Llamó a los Mossos y a raíz de aquel episodio, se cruzaron dos denuncias: una de los cazadores contra Núria, por haberles robado la perra y otra de ella contra los cazadores, por amenazas, injurias y calumnias .
La jueza del Juzgado de Instrucción número 6 de Tarragona, pero, después de escuchar las dos partes y el testimonio de los Mossos, considera que Núria «estaba obligada a devolver el animal al denunciante cuando éste le requirió». Pese a no tener chip, la perra, de raza podenco, tenía una cartilla del veterinario y esto, según la juez, es prueba suficiente de que era propiedad de los cazadores. Así pues, la juez condena a Núria por un «delito leve de apropiación indebida» a pagar una multa de 240 euros, abonar el coste del juicio y a devolver a la perra a los cazadores. Por el contrario, absuelve a la familia de cazadores. La sentencia reconoce, gracias a un vídeo que aportó la vecina, que los cazadores le llamaron «robaperros», pero en cambio, dice que no queda acreditado que recibiera ninguna amenaza. En las imágenes se puede ver una docena de vecinos increpando a Núria en la entrada de su domicilio. Según la ley, una vez se encuentra un animal abandonado, hay que esperar 20 días antes de darlo en adopción, por si alguien lo reclama y, evidentemente, demuestra que era suyo.
A pesar del golpe, esta vecina está dispuesta a recurrir la sentencia. Teme que los cazadores no le den a la perra la atención que necesita. Teme que la usen para cazar y luego lo abandonen, como han hecho tantos otros cazadores.