Dibujar el viento

Artículo de Alberto Martín y Silvia Esteve

Cuando uno abre un libro que es capaz de emocionar de una manera tan sencilla y preciosa como el que hoy nos ocupa no debe dejar de mostrárselo a todos aquellos a quienes conozca, para que puedan tener la oportunidad de tenerlo entre manos, de pasar sus páginas y de escuchar la melodía de las palabras que apuntalan la obra y los dibujos que expanden su significado. Porque si una virtud debemos destacar de este pequeño gran libro es, sin duda, su capacidad de unir en un mismo espacio la huella que dejan sus letras y el trazo que grava el dibujo: dos universos que fluyen creativamente en El silencioso amigo del viento.

Aquellos que han podido compartir su vida con algún animal saben perfectamente que éstos nos hacen más humanos, nos permiten vislumbrar una dimensión diferente de nuestra humanidad. Pero no es menos cierto que, desgraciadamente, también son capaces de hacernos ver la violencia de la que es capaz el ser humano, la crueldad y el desprecio más puro del que podemos ser capaces: y un caso tristemente célebre es el de los galgos. Animales explotados hasta su último aliento, víctimas de una mentalidad capitalista en un ambiente rural, los galgos son repudiados una vez dejan de ser útiles: repudiados, torturados y muertos. Las palabras de Lisi Gutiérrez y los dibujos de Rafael Jaramillo nos hacen testigos de este realidad pesadillesca: una prosa sucinta y un dibujo evocador.

Un cuento ilustrado duro y precioso que hace de su concisión una virtud indiscutible: las frases con las que Lisi Gutiérrez va componiendo la narración del abandono y la adopción del galgo protagonista dejan entrever una prosa creativa, que aúna lo prosaico con lo poético con gran facilidad. Las ilustraciones, por otro lado, saben conjugar perfectamente el duro realismo con imágenes oníricas: hay una imagen impresionante, aquella en la que podemos ver el sueño del galgo, ese sueño que nos estremece por su capacidad de sintetizar, en una panorámica, el horror y la esperanza de estos animales.

 Hay obras que saben conmover a través de las palabras, otras que lo hacen mediante el dibujo: “El silencioso amigo del viento” nos interpela a través de las dos para tratar de mostrar la realidad de estos atormentados animales. Realidad que se repite año tras año, cada febrero, después de la temporada de caza. 

¿Cómo se dibuja el viento? Fijándonos en la fina silueta de su silencioso amigo.

 

Queremos aprovechar este artículo para recordaros que este domingo 5 de febrero se celebrará la manifestación de la Plataforma NAC (No a la Caza) a las 12h en la Plaza Cataluña de Barcelona (mirar punto de encuentro en otras ciudades).

El verdadero sentido de las ballenas

«¿Es posible afirmar que aquel que sólo conoce el valor del aceite y de las barbas de la ballena ha descubierto el verdadero sentido de la ballena?» se preguntaba H.D. Thoreau en 1864. Más de 140 años más tarde, Philip Hoare se hace la misma pregunta. Este periodista inglés, amante de la música, la literatura y el mar, nos regala con su Leviatán o la ballena (Ático de los Libros, 2009) una magnífica obra nacida de su amor por los océanos y aquellos que los habitan.

En este tesoro literario acompañaremos a Hoare en su aventura personal de descubrimiento sobre el mundo de las ballenas. Un viaje que explora tanto el rastro literario como la cruda realidad de estos magníficos animales.

Moby Dick, obra de Herman Melville, será el eje central de Leviatán: Hoare investigará la vida del escritor, desde sus experiencias como ballenero hasta las relaciones con otros escritores de la época, como Nathaniel Hawthorne. Y a la vez, se hará a la mar e irá en busca de las ballenas que tanto fascinaron a artistas y científicos.

Una obra que  hibrida poesía y ciencia, escrita desde el corazón, desde la immensa angustia de saber que se pertenece a esa especie, los humanos, que en el transcurso de un siglo acabaron con la vida de más de un millón y medio de rorcuales, en busca de su aceite, de su carne, de sus barbas.

Las ballenas, esos grandes seres casi mitológicos, fueron, y aún siguen siendo, perseguidas, asesinadas, arponeadas con crueldad; víctimas del mundo avaricioso e inhumano que empezaba a las orillas del suyo.

El hombre contra la bestia. Pero, ¿quién es aquí la bestia? Estas «personas» con aletas eran acorraladas con sus familias, separadas madres de crías, arponeadas sin descanso, perseguidas hasta los confines de los océanos… Y ¿para qué? para poder encender la luz de las grandes ciudades. Hoare nos explica cómo el aceite de ballena era el combustible que permitió la iluminación de las grandes metrópolis. Luces en la ciudad, pero oscuridad en el alma.

A través del retrato de los protagonistas de la época, el escritor nos relata cómo la mejora en las técnicas de navegación, el crecimiento de las urbes, y las ansias industriales del siglo XIX, que ha sustituido a Dios para poner en su lugar a un hombre de hierro, arrasan con el mundo natural.

El gran enemigo: lo salvaje. El gran miedo: la libertad. Un mundo moderno que dice querer liberarse de la cadenas del pasado, de las creencias y mitos antiguos, pero que mira lo desconocido a través de las rejas de las jaulas, a través de los cristales de los acuarios. Cristales como los que vieron morir a una de las primeras belugas mantenidas en cautividad en Londres, un animal secuestrado y exhibido que se suicidó nadando a toda velocidad contra los muros de su pecera en 1877.

El autor nos muestra cómo la ciencia trajo consigo nuevos avances, nuevos conocimientos, pero también nuevos tiranos. Aunque también nos habla de la resistencia. Dos grandes nombres, Darwin y Thoreau, sienten y presienten, comprueban y entienden, que este mundo no es «del» hombre, ni «para» el hombre.

La interacción, la interrelación, la evolución entendida no como jerarquía, sino como conexión, son las claves de la nueva mirada a lo que nos rodea.

El tiempo avanza. Los tiempos cambian. Las sensibilidades se reconvierten. Hoare nos ha embarcado en su navío del recuerdo. Pero no olvidemos que en su primer capítulo nos hablaba de una beluga en un acuario, hoy en día.

Y es que hoy seguimos encerrando a nuestros semejantes, los seguimos contemplando entre barrotes o a través de cristales. Los seguimos intercambiando como cartas, incluso en aquellas ciudades que se hacen llamar amigas de los animales.

Que el libro de Philip Hoare nos haga entender la inmensa crueldad de la ambición humana. Más inmensa y oscura, que cualquier océano.

Reformulemos ahora la pregunta de Thoreau: ¿Es posible afirmar que aquel que sólo conoce el valor de las piruetas y los saltos de la ballena ha descubierto el verdadero sentido de la ballena?  

Sílvia Esteve

El verdadero sentido de las ballenas

«¿Es posible afirmar que aquel que sólo conoce el valor del aceite y de las barbas de la ballena ha descubierto el verdadero sentido de la ballena?» se preguntaba H.D. Thoreau en 1864. Más de 140 años más tarde, Philip Hoare se hace la misma pregunta. Este periodista inglés, amante de la música, la literatura y el mar, nos regala con su Leviatán o la ballena (Ático de los Libros, 2009) una magnífica obra nacida de su amor por los océanos y aquellos que los habitan.

En este tesoro literario acompañaremos a Hoare en su aventura personal de descubrimiento sobre el mundo de las ballenas. Un viaje que explora tanto el rastro literario como la cruda realidad de estos magníficos animales.

Moby Dick, obra de Herman Melville, será el eje central de Leviatán: Hoare investigará la vida del escritor, desde sus experiencias como ballenero hasta las relaciones con otros escritores de la época, como Nathaniel Hawthorne. Y a la vez, se hará a la mar e irá en busca de las ballenas que tanto fascinaron a artistas y científicos.

Una obra que  hibrida poesía y ciencia, escrita desde el corazón, desde la immensa angustia de saber que se pertenece a esa especie, los humanos, que en el transcurso de un siglo acabaron con la vida de más de un millón y medio de rorcuales, en busca de su aceite, de su carne, de sus barbas.

Las ballenas, esos grandes seres casi mitológicos, fueron, y aún siguen siendo, perseguidas, asesinadas, arponeadas con crueldad; víctimas del mundo avaricioso e inhumano que empezaba a las orillas del suyo.

El hombre contra la bestia. Pero, ¿quién es aquí la bestia? Estas «personas» con aletas eran acorraladas con sus familias, separadas madres de crías, arponeadas sin descanso, perseguidas hasta los confines de los océanos… Y ¿para qué? para poder encender la luz de las grandes ciudades. Hoare nos explica cómo el aceite de ballena era el combustible que permitió la iluminación de las grandes metrópolis. Luces en la ciudad, pero oscuridad en el alma.

A través del retrato de los protagonistas de la época, el escritor nos relata cómo la mejora en las técnicas de navegación, el crecimiento de las urbes, y las ansias industriales del siglo XIX, que ha sustituido a Dios para poner en su lugar a un hombre de hierro, arrasan con el mundo natural.

El gran enemigo: lo salvaje. El gran miedo: la libertad. Un mundo moderno que dice querer liberarse de la cadenas del pasado, de las creencias y mitos antiguos, pero que mira lo desconocido a través de las rejas de las jaulas, a través de los cristales de los acuarios. Cristales como los que vieron morir a una de las primeras belugas mantenidas en cautividad en Londres, un animal secuestrado y exhibido que se suicidó nadando a toda velocidad contra los muros de su pecera en 1877.

El autor nos muestra cómo la ciencia trajo consigo nuevos avances, nuevos conocimientos, pero también nuevos tiranos. Aunque también nos habla de la resistencia. Dos grandes nombres, Darwin y Thoreau, sienten y presienten, comprueban y entienden, que este mundo no es «del» hombre, ni «para» el hombre.

La interacción, la interrelación, la evolución entendida no como jerarquía, sino como conexión, son las claves de la nueva mirada a lo que nos rodea.

El tiempo avanza. Los tiempos cambian. Las sensibilidades se reconvierten. Hoare nos ha embarcado en su navío del recuerdo. Pero no olvidemos que en su primer capítulo nos hablaba de una beluga en un acuario, hoy en día.

Y es que hoy seguimos encerrando a nuestros semejantes, los seguimos contemplando entre barrotes o a través de cristales. Los seguimos intercambiando como cartas, incluso en aquellas ciudades que se hacen llamar amigas de los animales.

Que el libro de Philip Hoare nos haga entender la inmensa crueldad de la ambición humana. Más inmensa y oscura, que cualquier océano.

Reformulemos ahora la pregunta de Thoreau: ¿Es posible afirmar que aquel que sólo conoce el valor de las piruetas y los saltos de la ballena ha descubierto el verdadero sentido de la ballena?  

Sílvia Esteve

Los guardianes de la naturaleza

 

«¿Qué sabemos, de la vida en la tierra? ¿Cuántas especies conocemos, una décima parte, quizás una centésima? ¿Qué sabemos, de los vínculos que las unen? La Tierra es un milagro. La vida sigue siendo un misterio.» Yann Arthus Bertrand (cita extraída del libro de Jordi Pigem Inteligencia Vital)

 

Artículo de Sílvia Esteve

En su décimo aniversario, hoy queremos reivindicar este precioso manga de Jiro Taniguchi, La Montaña Mágica (2007). El autor de El almanaque de mi padre, Los guardianes del Louvre y Barrio Lejano, entreo otros, es, sin duda alguna, uno de los grandes artistas de nuestro tiempo. Sus obras intimistas nos situan normalmente en los escenarios del pasado del autor. Reflexionan sobre el paso del tiempo, los lazos familiares, el hogar, la infancia… Pivotan sobre la nostalgia, una palabra que justamente no existe en japonés en su acepción de recuerdo triste, de hecho ellos utilizan el término inglés nostalgic. La nostalgia puramente japonesa es una nostalgia feliz («natsukashii»), como la que encontraremos en La Montaña Mágica.

Un sencillo argumento sostendrá una intensa historia de amor y lucha, un viaje iniciático de dos hermanos, el viaje de la infancia a la adolescencia, guiados por la naturaleza y los espíritus de la montaña. Kenichi y Sakiko son nuestros protagonistas: huérfanos de padre que ven cómo ahora cae enferma también su madre. Su aventura empezará cuando al finalizar las clases en verano, Kenichi, en una de sus excursiones al museo del pueblo descubra una salamandra gigante cautiva en un acuario. La salamandra le pedirá a Kenichi que la libere, pues los humanos la capturaron hace muchos años y si no regresa con su madre, la diosa de la montaña, muchas desgracias ocurrirán. Estupefacto ante la comunicación con el anfibio, Kenichi aceptará la proposición: en muestra de agradecimiento, la salamandra le promete que ayudará a sanar a su madre si la lleva hasta su hogar.

Kenichi y su hermana llevarán a la gran salamandra a la cueva secreta de la montaña y la devolverán a su hogar. La gran diosa de la montaña, hokora-sama, devolverá la salud a la madre de los niños y permitirá el reencuentro con el espíritu de su padre. La montaña recobrará toda su fuerza y vigor, perdidos durante la ausencia de la pequeña salamandra, así como lo harán los niños con la vuelta de su madre.

Historia sencilla, mensaje inmenso. Este pequeño cuento nos transmite un mensaje muy potente: no somos los dueños de la tierra y no conocemos todos sus misterios. Somos un habitante más. No podemos saquear la naturaleza, capturar sus animales, talar sus árboles, envenenar sus ríos. No nos pertenece. Nosotros pertenecemos a ella. Sólo si encontramos el equilibrio, si sabemos el lugar que nos corresponde lograremos vivir en comunión con ella.

Conectados, lo vivo y lo muerto, el espíritu y la materia. Interconectadas las especies. Fluyendo eternamente como el río interno de la montaña. Unidos por el gran sentimiento del amor. Kenichi y Sakiko superarán sus miedos y prejuicios, confiarán en la voz de la salamandra. Poseedores todavía de la magia de la infancia podrán comunicarse con los animales, sentir las vibraciones de la montaña y ser uno con ella.

Taniguchi retrocede en el tiempo para reencontrarse no sólo con los recuerdos de su infancia, sino con las posibilidades que esta le brindaba. Nostálgico de esa relación de tú a tú, con ella, la montaña. Con su cómplice, la naturaleza.

Vuelve de adulto, a su tierra, a su pueblo. Y si bien ahora ya no puede comunicarse como lo hacía antes, sí sabe cuál es el lugar que le pertoca al hombre. El de guardián y garante de la protección de su montaña, de su entorno, de su planeta. Aquella naturaleza madre, que salvó a la suya.

Con el artículo de hoy pretendo rendir homenaje a todos los que la protegen y luchan por ella. Incluso dando su vida. Hombres y mujeres valientes, que se enfrentan con poquísimos medios a pirómanos, cazadores, maltratadores… que educan y conciencian. Personas que conocen nuestras montañas y sus secretos, su frío y su calor, sus ríos y sus árboles, sus animales. A todos ellos gracias por seguir hablando con la naturaleza y protegiéndola de «los malos».

El Venadito. Arte al rescate.

 

El Venadito, proyecto artístico creado por Montserrat Pérez, directora y artista del espacio siNesteSia, llega a su 2ª edición. En palabras de su organizadora, la exposición «tiene como objetivo colocar a los artistas cerca de realidades sociales», en este caso el maltrato animal.

Si en la primera edición colaboraron con FAADA, en este segundo año será DEPANA la organización elegida. Ésta percibirá el 20% del precio que se obtenga de la venta de cada obra, una vez concluida la exposición. El 80% restante será para el artista. Ni la organización ni la sala d’exposición percibirán nada.

Del 27 de abril al 20 de mayo podremos disfrutar de esta muestra de 40 obras que se expondrán en el Centro Cultural La Farinera del Clot. La iniciativa pretende así dar a conocer también a jóvenes artistas y su trabajo. Los artistas que quieran participar tendrán hasta el 28 de febrero para presentar sus obras. A continuación os dejamos el procedimiento de inscripción y sus bases:

«REQUISITOS; Va dirigida a todos aquellos artistas, creativos y demás… mayores de 18 años comprometidos con la protección y conservación de los animales y sus hábitats.
-Obra de pequeño formato 10×15 cm. Inédita, de autoría propia y técnica libre. No podrán utilizarse materiales de origen animal. Ni irrespetuosos con el medio ambiente.

-La temática: MALTRATO ANIMAL. Se valorara la sutileza y originalidad a la hora de presentar el tema.

PROCEDIMIENTO Inscripción previa a través del mail a sinestesia.uno@gmail.com Indicando: Nombre, apellidos, nombre artístico (si lo hubiera) dirección, mail y teléfono.
Enviar la imagen por mail, en formato JPG. 300 dpi. Acompañada de un texto explicativo sobre la obra y vuestro interés en participar en esta convocatoria (máximo 300 palabras) además de enviar el enlace de vuestra web o blog. Antes del 28 de Febrero. No se aceptarán imágenes pasada esta fecha.

SELECCIÓN; Irá a cargo de una artista visual, un miembro de DEPANA, un representante de la Farinera y la comisaría de siNesteSia. Se encargarán de seleccionar las obras que formarán parte de la exposición entre todas las piezas presentadas. El resultado se comunicará el día …. por mail a todos los participantes. Y se publicará en la página web de DEPANA. Las obras seleccionadas se entregarán o enviarán para su exposición a la Farinera del Clot. Gran Vía de les Corts Catalanes, 837, 08018 Barcelona. Los envíos de las obras tanto de entrega como de recogida irán a cargo del artista. La participación en esta convocatoria supone la aceptación de todas sus bases. La organización se reserva el derecho a resolver cualquier situación no prevista de la manera que le parezca más oportuna.»