“Cuidando los detalles una perrera se convierte en un centro de adopción”
La mejor protectora de España tiene a Alejandra Mier como responsable. Su labor como Fundación Protectora de Animales de Asturias en Siero es más que excelente, proporciona una experiencia única en la que la adopción es más consciente y halagüeña que en ningún otro centro español. Junto al veterinario especialista en medicina de refugios Gabriel Bustillo, están obteniendo grandes resultados también en la gestión del Albergue Municipal de Animales de Oviedo.
¿Hasta qué punto son importantes las instalaciones para ser un buen refugio?
Las instalaciones son clave. Hay que tener en cuenta los flujos de personas para que los voluntarios, visitas, trabajadores, no se interrumpan y dificulten el trabajo, y también para la tranquilidad de los animales, ya que supone una reducción de estrés, ruidos y patologías asociadas al malestar emocional. También a nivel sanitario, para que se puedan hacer circuitos de zonas sucias y limpias sobre todo cuando tenemos infecciosos o sospechosos…
¿Tiene que ser necesariamente caro?
Los buenos materiales no son baratos y usar materiales corrientes no es buena idea porque el desgaste es importante, pero las decoraciones y detalles, más para humanos que para los residentes, son lo que realmente encarecen los proyectos y no son necesarios para tener un buen refugio. Se pueden conseguir espacios agradables para las visitas humanas sin dedicar a ello una parte significativa del presupuesto.
¿Qué necesita un perro sin familia para estar a gusto?
Tranquilidad y rutinas. Que lo que vaya a pasar sea previsible, eso da seguridad y sentirse seguro es básico para reducir el estrés. Dentro de su espacio, alternativas, tener por ejemplo una cama en alto y otra a ras de suelo, cosas que morder, zona interior y exterior, una zona soleada y también una zona donde poder elegir desaparecer cuando hay algún bullicio, visitas, …
¿Cómo se consigue que una perrera sea un centro de adopción?
Creo que éste es el gran reto actual para los centros municipales. No hace tantos años, las perreras básicamente eran los lugares donde se llevaban los animales errantes y en un plazo mayor o menor se sacrificaban. Los pliegos de las licitaciones hacían especial hincapié en que los cadáveres se destruyeran a través de un gestor autorizado, que las muertes las llevara a cabo un veterinario colegiado… Entonces, principalmente por la evolución de la sociedad (o en algunos casos porque llegaron a los puestos de toma de decisiones personas con sensibilidad hacia los animales), los ayuntamientos se fueron encontrando con la necesidad de ir cambiando el chip. Empezaron a llenarse la boca con Sacrificio cero y adopciones, pero vaciando de contenido real esas palabras.
No tenían ni idea de las dificultades…
Aún muchos no se han dado cuenta de que las adopciones llevan mucho tiempo y trabajo y no caen del cielo. Hay que buscar familias (lo que conlleva buenas difusiones, personal que se ocupa de la atención a redes sociales, campañas en medios de comunicación, campañas de marketing,) hay que saber qué animales tenemos y en qué perfiles familiares encajan para dirigir los esfuerzos de comunicación a ese nicho… Por eso hay que tener esto en cuenta tanto en el presupuesto como en las prescripciones técnicas que se presentan en el pliego.
Denos un ejemplo
Es habitual, por ejemplo, exigir al licitador que abra para adopciones pongamos quince horas a la semana. Entonces si abre de lunes a viernes de ocho a once el licitador cumple el pliego y ese es obviamente un horario no adecuado para un centro de adopción. Cuidando todos estos detalles y presupuestando correctamente los gastos es como se convierte una perrera en un centro de adopción.
¿Qué requisitos tiene que cumplir el personal para que los perros estén en calma?
Lo fundamental: empatía con los perros, saber leer las señales y darles espacio cuando lo piden. Obviamente moverse de una manera tranquila y por supuesto no hablar a voces ni ir corriendo de un lado a otro. La correcta formación del personal es muy importante.
¿Tiene sentido para los animales que estén en un mismo centro perros y gatos? ¿o es una inercia y una cuestión práctica para los gestores?
Bueno, eso depende mucho de las instalaciones. Normalmente en España encontramos perreras a las que han añadido malamente un espacio para gatos, donde cayó, sin pensar nada. Eso no es lo adecuado. Pero he visto en otros países instalaciones con zonas de perros y gatos claramente diferenciadas, donde las especies no se molestaban entre sí, pero se aprovechaban muchas zonas comunes, personal y medios (e incluso se pueden socializar cachorros y gatitos porque hay muchos hogares que tienen ambos animales) así que resulta más eficaz y eficiente que tener dos centros. Lo dicho, no hay problema y tiene ventajas económicas y de gestión, siempre que las instalaciones estén bien pensadas.
¿Cuántos días de estancia media pasan los perros en sus centros entre la llegada y la adopción?
Actualmente hay dos flujos claramente diferenciados. Tenemos un perfil de perros, menos de 20 kilos y correctamente socializados, que básicamente, en el periodo de espera para ser recuperados, ya están reservados por una familia y se van al día siguiente de cumplir el plazo o poquito más. Luego hay perros de larga, larguísima estancia, perros con muchas papeletas para pasarse el resto de sus vidas en el centro. Solo algunos encuentran a nuestros “héroes sin capa” que les dan una familia.
“Los adoptantes novatos deben evitar la idealización que promueven las redes sociales”
Cuentan con el primer veterinario español especialista de medicina de refugio integrante de la Association of Shelter Veterinarians (ASV) ¿En qué les ha ayudado esta formación?
Ha sido clave. Hay que tener muy claro que la veterinaria de albergues es una especialidad y como tal se necesita una formación específica para hacer las cosas de una manera profesional. Ser una protectora de animales, no tener ánimo de lucro, no significa no ser eficaz y eficiente en lo que se hace. Y para serlo hay que gestionar con cabeza y rodearse de buenos profesionales del sector.
En su centro ¿aplicaron los estándares de medicina de refugio de la Asociación en su edición de 2010?
Sí, este tipo de guías de gestión son básicas. No hay que obsesionarse con ellas, en el sentido de frustrarse si algo no se puede cumplir, porque todos tenemos limitaciones marcadas por nuestras instalaciones, la capacitación de nuestro personal, nuestro presupuesto y otro sin fin de parámetros. Pero si seguirlas, dejarnos guiar por quien, combinando alta formación y experiencias reales, preparan documentos tan completos e interesantes.
¿Qué opinan de la actualización de 2022?
Era necesaria, en especial en lo relativo a los gatos. Éste es un sector en constante evolución, que ha cambiado completamente en los últimos veinte años. Me atrevería a decir que se ha estudiado y evolucionado tanto en este tiempo como en toda la historia anterior junta. Entonces, aunque un documento con doce años de antigüedad en otros temas no se queda obsoleto, en este sí y el estudio de los gatos, de lo que necesitan, de cómo se relacionan con su entorno y como gestionan su realidad, ha evolucionado muchísimo y la guía debía reflejarlo. De nuevo, creo que es importante no frustrarnos. La primera gatera que nosotros diseñamos tenía habitaciones para diez gatos, ahora no nos planteamos tener nunca más de cuatro (seis a lo sumo en situaciones que vienen del mismo lugar,) pero no pasa nada, todos hemos hecho cosas que ahora no haríamos, lo importante es no estancarnos en aquello que aprendimos una vez y estar siempre pendiente de los nuevos estudios, de cualquier avance que nos haga mejorar.
“Algunos animalistas pueden ser muy crueles con el personal de un centro público”
¿Cómo valoran la ayuda de voluntarios?
El voluntariado es muy importante, siempre que sea un voluntariado comprometido y formado o que se deje guiar para que sea de auténtica ayuda. Voluntarios para hacer bulto, no solo no ayudan, sino que estorban. No vale “querer mucho a los animalinos” hay que quererlos bien. Yo siempre digo “quiérelos menos y trátalos mejor”.
Ustedes dirigen un centro privado y también una «perrera» pública… ¿Cuáles son las diferencias?
Son muy diferentes. Para mí las dos principales son, la primera, que en un centro privado vas recogiendo lo que puedes cuando puedes, puedes planificar un poquito las entradas, organizar las recogidas. En cambio en un servicio municipal tienes que ir a los avisos que surgen cuando surgen y cuando te llama la policía, servicios sociales, los bomberos, no importa cómo estás de espacio, si tienes comida para agapornis o una jaula adecuada para cuatro ratas domésticas de una persona que acaba de fallecer. Tienes que resolver. Es un reto mayor.
¿Y la segunda?
La segunda sería la falta de respeto por parte de algunas personas/entidades hacia lo público. Lo que haces en tu centro privado te eleva a los altares, lo que haces en el centro público es tu obligación, no haberte metido, para eso te paga el ayuntamiento, no es mi problema que hayas tenido tres avisos en los últimos quince minutos y no te teletransportes… Algunas personas, tristemente muy cercanas a entidades de protección animal, pueden llegar a ser muy crueles con el personal de un centro público. Son las menos, por supuesto nos sentimos muy valorados y queridos por la mayoría, pero hay gente que redirige su agresividad fruto de su frustración a unos niveles que no son tolerables. Así todo, a mí personalmente, me gusta mucho gestionar centros municipales, puesto todo en una balanza, es donde sientes que realmente estás haciendo algo importante para dejar un mundo mejor para los animales y eso lo compensa todo.
¿Qué les recomendaría a las familias que estén pensando en incorporar un nuevo miembro a la familia?
Si es una familia que viene a adoptar porque ha muerto su anterior perro o gato, normalmente es sencillo. Pero si es el primer animal, que salgan de las redes sociales y la idealización de tener un animal de compañía. Tenerlo supone renunciar a otras actividades tanto desde un punto de vista de tiempo como de dinero. El dinero que antes le dedicabas a alguna de tus aficiones ahora lo vas a tener que dedicar a tu gato. El tiempo que antes dedicabas a una actividad que te gustaba ahora lo vas a tener que dedicar a tu perro. Quizás ir a pasear perros a un centro, ser casa de acogida de algún gatito, puede ser una buena idea antes de tomar la decisión definitiva porque una vez asumida la responsabilidad es para muchos años y no valen las excusas.
¿Y a las administraciones responsables de los animales de la vía pública?
Que inviertan en prevención. Que no miren para otro lado esperando que los problemas se evaporen. Si intervenimos cuando hay tres gatos en un patio es una intervención sencilla y económica. Si esperamos a que sean treinta, algunos vecinos estén en pie de guerra, fotos en el periódico, gobierno y oposición cogiéndose de los pelos, todo es más caro y desagradable y encima nos arriesgamos a que alguien se tome la justicia por su mano.
¿Se puede ser una protectora y contener los gastos sin sacrificar el cuidado de los animales…a través de una buena gestión?
Sí, siempre y cuando no practiquemos la tenencia irresponsable y nos hagamos cargo de más animales de los que podemos gestionar correctamente. Los recursos son los que son, bien gestionados se pueden estirar y hacer más y mejor que mal gestionados, pero no son infinitos, así que no hay que meter en la boca más de lo que se puede revolver, porque se hace bola.
¿Qué centro, de los muchos que conocen, para ustedes, es el mejor y por qué?
Para mi Lollypop Farm la Humane Society of Greater Rochester, en el estado de Nueva York. Sus instalaciones, su filosofía, el equipo veterinario, todo me pareció un sueño, que no podía existir un lugar así y de pronto, estaba allí. El albergue de Zurich me parece visita obligada cuando se va a hacer una instalación. Los materiales, el sistema de apertura de puertas, hasta la rugosidad del suelo para que permita una buena limpieza, pero evita resbalar a los animales, se han estudiado al milímetro, todo está muy muy pensado, muy bien pensado… Y las gateras, con una salida a unas terrazas en el ático, son increíbles.
Ambos centros son ejemplo de tener, en Zurich perros y gatos y en Lollypop una infinidad de especies, y que ninguna suponga la más mínima molestia para las otras.
Emma Infante