Animales en los videojuegos: mil maneras de matar

Es importante apelar a la responsabilidad de las desarrolladoras de videojuegos para que incluyan planteamientos que tengan en cuenta la ética animal. En muchos casos se glorifica la violencia y la carne como premio y se representa a los animales no humanos bajo la premisa de que están a nuestra entera disposición.

Los videojuegos están en la picota. Mientras en Canarias los introducen en las aulas para aprender a jugar de forma responsable, aunque los videojuegos escogidos no sean los más educativos (Donald Trump los responsabiliza de los recientes tiroteos en Texas y Ohio). La industria se le echa encima: si en lo que va de año Estados Unidos lleva más de 250 tiroteos masivos y en la Unión Europea la cifra tiende a cero, la culpa la tienen las armas y su fácil acceso, no los videojuegos.

El videojuego, entendido como una expresión cultural comparable a la literatura, la música o el cine, ha sido sistemáticamente ignorado por los medios de comunicación generalistas. Un ejemplo sencillo: es fácil encontrar en los periódicos secciones llamadas Cartelera o Televisión, donde se puede consultar qué programas echan en la tele o que películas se estrenan. Todavía no hay ni rastro sobre videojuegos y, sin embargo, crece año tras año la difusión masiva de estos y sus cifras de negocio -138.000 millones de dólares en 2018, el doble que las industria del cine y la música juntas.

Así, si 16,8 millones de españoles juegan habitualmente según el Anuario de 2018 de la Asociación Española de Videojuegos, resulta interesante analizar cómo se representan los animales no humanos en los videojuegos, especialmente en aquellos que tienen mayor difusión. En videojuegos como Terraria -más de 27 millones de copias vendidas-, The Legend of Zelda Breath of the Wild -16 millones-, Super Mario Odyssey -15 millones-, Horizon Zero Dawn -10 millones-, Don’t Starve Together -7,5 millones-, Battlefield 1 -4 millones-, todos ellos top ventas de Nintendo Switch, PlayStation 4, Xbox One y PC, aparecen en total más de 250 animales no humanos. Pero, ¿Cuál es su rol?, ¿Qué interacción podemos tener con ellos?, ¿Qué obtenemos a cambio de esa interacción?

En primer lugar, conviene subrayar que prácticamente la totalidad de estos animales se representan supeditados a la especie humana, en una concepción genesíaca -para nuestro uso y disfrute- que sigue punto por punto la pirámide de la consideración moral especista. Así, los perros y gatos son más importantes para nosotros que los mal llamados animales de granja, la mayoría mamíferos, y a su vez, éstos son más importantes que las aves, los peces, los anfibios, los reptiles, los artrópodos, los moluscos y los cnidarios.

Además, las diferencias sobre nuestra consideración moral entre los animales domesticados y en libertad es considerable e igualmente arbitraria. De este modo, las desarrolladoras de videojuegos blindan contra ciertos abusos a los animales que se encuentran en la parte alta de la pirámide -dado su estatus de utilidad para los humanos- mientras que los demás son, mayoritariamente, meras máquinas expendedoras de carne, piel, plumas, cuernos, escamas, huevos, etc., la violencia contra los cuales no es que necesite ningún tipo de justificación, sino que se premia.

Pirámide especista de Lluís Freixes Carbonell

Pirámide especista de Lluís Freixes Carbonell

En este sentido, las desarrolladoras de videojuegos diseñan abusos de todo tipo. De los más de 250 animales no humanos que aparecen en los videojuegos citados, cerca de 150 se pueden matar. Es más, se les puede cortar y golpear con armas como espadas, hachas, garrotes, hoces y horcas; se les puede atravesar con lanzas, flechas y cerbatanas; se les puede electrocutar, envenenar, quemar, congelar, petrificar y bombardear; se les puede lanzar todo tipo de objetos pesados de materiales muy diversos; se pueden aplastar saltándoles encima y se les puede disparar con todo tipo de pistolas, metralletas y misiles. En síntesis, los videojuegos permiten herir prácticamente de cualquier manera imaginable a los animales no humanos hasta causarles la muerte.

Éstos también son víctimas de sintagmas procedurales especistas: «atrapar/coleccionar/vender» o «atrapar/cocinar/consumir». Es decir, la finalidad de muchos de los animales no humanos que aparecen en los videojuegos no es otra que la de ser cocinados o vendidos. Las recompensas que recibimos al matar a los otros animales es, casi siempre, su carne o partes del animal: cuernos, pieles, plumas, etc. Mientras los primeros «premios» se cocinan o se comen crudos para recuperar puntos de vida, los segundos generalmente se usan para confeccionar armas, armaduras y todo tipo de objetos.

Estos videojuegos de plataformas, acción y aventuras transmiten una serie de valores como la superación, la paciencia y la valentía, todos ellos ingredientes fundamentales para una experiencia de juego satisfactoria. No se cuestiona en ningún caso la jugabilidad de estos -que es, a todas luces, excelente- sino que los valores intrínsecos a la experiencia de juego vienen cargados de una serie de mensajes especistas que conviene analizar por separado para dar respuesta a la pregunta clave: ¿Cómo contribuye esta representación a perpetuar el discurso especista?

La respuesta parece evidente: a través de la normalización de prácticas aberrantes para el interés de los animales no humanos, como la caza, la pesca, la doma y montura o la cocina omnívora.

En primer lugar, las decenas de maneras cazar y pescar, previamente autorizadas por los programadores y algunas incluso creativamente retorcidas, normalizan la sensación de dominación absoluta hacia los demás animales. Se glorifica la violencia y la carne como premio y se los representa bajo la premisa de que están a nuestra entera disposición para comérnoslos y hacerles lo que creamos oportuno, perpetuando así, a través del juego, uno de los fundamentos más arraigados del especismo.

En segundo lugar, vía la normalización y perpetuación de la doma. Si bien la domesticación de los caballos y las otras monturas no conlleva necesariamente su muerte, es una práctica terrible desde el punto de vista del sufrimiento animal y la supeditación especista a nuestros intereses de los animales que hacen de montura.

En tercer lugar, explotando una concepción profundamente egoísta de los animales no humanos como compañeros. Cabe decir, sin embargo, que en muchos videojuegos el mascotismo se distorsiona hasta tal extremo que la supeditación es tan brutal que a los animales no humanos, más que compañeros, se les puede considerar soldados aliados. Y, aunque mueren muy a menudo (porque los exponemos a luchas constantemente), el protagonista se muestra impasible y no transmite ninguna señal de empatía o tristeza.

Así pues, analizando la representación especista de los animales no humanos en los videojuegos (puede cambiarse aquí «especista» por «machista», «racista», «homófoba», etc.), uno se pregunta qué podrían hacer las desarrolladoras de videojuegos para dotarlos de una perspectiva más justa, más inclusiva, menos violenta.

En el plano antiespecista, hay algunos tímidos avances, incluso en videojuegos de difusión masiva. Por ejemplo, en Uncharted 4: A Thief’s End –más de 15 millones de ventas–, cuando apuntamos con la mirilla del arma a un animal no humano el gatillo no responde y este no se puede matar. En Don’t Starve Together -un videojuego indie con más de 7,5 millones de ventas-, al matar a ciertos animales el videojuego nos otorga unos «puntos de malicia» y, al llegar a determinado tope, aparece un personaje que nos roba.

En el primer caso optaron por la censura, pero en el segundo apostaron por un sistema de castigo que se integra en la jugabilidad del videojuego. Y es que darle una vuelta de tuerca a los planteamientos violentos embellece la creatividad y la experiencia de juego. Por ejemplo, en el videojuego de ajedrez Three-player chess una tercera persona tiene el control exclusivo de los peones de los dos jugadores «clásicos». Su función es evitar, moviendo los peones, que uno de estos jugadores (que controlan los alfiles, caballos, torres y monarcas) consiga matar una ficha del otro. La alegoría marcial del ajedrez se convierte en una versión pacifista del juego porque, si pasan veinte turnos y no ha muerto ninguna ficha, se declara «victoria de la paz» -el tercer jugador- y termina la partida.

Otra opción que se plantea a las desarrolladoras es la posibilidad de que dejen escoger al jugador o jugadora si quieren o no quieren ser especistas. Esto da lugar a los ‘vegan-runs’ del aclamado videojuego indie Undertale -completar la historia con el reto añadido de no matar ningún animal-. En cualquier caso, en lo que refiere a incorporar una perspectiva que tenga en cuenta la ética animal en los videojuegos, todavía hay muchas vías lúdicas, creativas y antiespecistas por explorar.

Por lo tanto, sería conveniente invitar y animar a las desarrolladoras de estos productos comerciales, obras de arte, objetos de estudio y pasatiempos a incorporar elementos y valores animalistas en los videojuegos. Es importante apelar a la responsabilidad de estas personas dada la difusión masiva de los videojuegos, especialmente entre los más jóvenes.

Lluís Freixes Carbonell

Publicado en el Caballo de Nietzsche de eldiario.es

Por qué abolir los toros es un paso necesario para construir el país que queremos

Si los catalanes somos tan europeístas como creemos, hay que abolir las fiestas con toros que aún perduran en nuestro país.

Las fiestas de raíz tradicional en las que los protagonistas son animales tienen un carácter universal, ya que a lo largo de la historia podemos encontrar ejemplos en todo el mundo. Aun así, en la mayoría de países europeos, este tipo de celebraciones ya forman parte de la barbarie del pasado y nadie se plantearía recuperarlas como parte del patrimonio cultural inmaterial. Las fiestas con animales fueron abolidas en el siglo XIX o incluso antes, gracias a la llegada de las ideas de la Ilustración, un movimiento político, intelectual y moral fundamental para entender la evolución social y cultural de las sociedades europeas tal y como hoy las conocemos. Por supuesto, en el Reino de España, la Ilustración causó una profunda animadversión, y sus ideas fueron cruelmente perseguidas por la Santa Inquisición.

Pese a que podamos pensar que el siglo XIX nos queda muy lejos, hoy todavía son muchas las consecuencias históricas que conlleva no haber experimento el proceso de la Ilustración en nuestro país. Los ilustrados siempre se opusieron a todos los tipos de tortura, ya fuera infligida a humanos o animales, a las ejecuciones públicas, a las quemas de brujas, a la superstición, el fanatismo religioso, la intolerancia, al entretenimiento de baja calidad basado en peleas entre hombres o maltrato de animales… estas reformas y cambios de paradigma culturales resultaron claves para la evolución social y para configurar la sociedad europea tal y como hoy la concebimos.

El hecho de que las corridas de toros y los correbous (o encierros) hayan perdurado hasta nuestros días es una anomalía histórica derivada de la falta de cultura ilustrada en nuestro país. Las fiestas con toros que se celebraban hasta el siglo XIX en Inglaterra, no eran menos crueles que las que se celebran todavía hoy en el Reino de España, incluido el Principado de Cataluña.

Los bull-baiting, peleas entre perros y toros, los bear-baiting, peleas entre huesos y toros o los bull-running, correbous al estilo de Sanfermín fueron muy frecuentes hasta el siglo XIX en las ciudades industriales del norte, pero estas prácticas fueron prohibidas a partir del 1824, año en el que se fundó The Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals, una entidad creada para promover una educación humanitaria y el respeto a los animales, con una única finalidad: construir una sociedad mejor. Paralelamente en España, el rey Fernando VII, el último rey absolutista, cerró la Universidad y abrió las escuelas de tauromaquia, desde donde se promocionó la tauromaquia que hoy conocemos. En lugar de fomentar la educación de la sociedad, la realeza española fomentó la vileza y la incultura. Hoy, el resultado de estas políticas aún pervive: entre muchos otros defectos, somos el paradigma cultural del maltrato animal.

Helena Escoda és antrozoòloga, historiadora i coportaveu de la Coordinadora per l’Abolició dels Correbous de Catalunya

Por qué abolir los toros es un paso necesario para construir el país que queremos

Si los catalanes somos tan europeístas como creemos, hay que abolir las fiestas con toros que aún perduran en nuestro país.

Las fiestas de raíz tradicional en las que los protagonistas son animales tienen un carácter universal, ya que a lo largo de la historia podemos encontrar ejemplos en todo el mundo. Aun así, en la mayoría de países europeos, este tipo de celebraciones ya forman parte de la barbarie del pasado y nadie se plantearía recuperarlas como parte del patrimonio cultural inmaterial. Las fiestas con animales fueron abolidas en el siglo XIX o incluso antes, gracias a la llegada de las ideas de la Ilustración, un movimiento político, intelectual y moral fundamental para entender la evolución social y cultural de las sociedades europeas tal y como hoy las conocemos. Por supuesto, en el Reino de España, la Ilustración causó una profunda animadversión, y sus ideas fueron cruelmente perseguidas por la Santa Inquisición.

Pese a que podamos pensar que el siglo XIX nos queda muy lejos, hoy todavía son muchas las consecuencias históricas que conlleva no haber experimento el proceso de la Ilustración en nuestro país. Los ilustrados siempre se opusieron a todos los tipos de tortura, ya fuera infligida a humanos o animales, a las ejecuciones públicas, a las quemas de brujas, a la superstición, el fanatismo religioso, la intolerancia, al entretenimiento de baja calidad basado en peleas entre hombres o maltrato de animales… estas reformas y cambios de paradigma culturales resultaron claves para la evolución social y para configurar la sociedad europea tal y como hoy la concebimos.

El hecho de que las corridas de toros y los correbous (o encierros) hayan perdurado hasta nuestros días es una anomalía histórica derivada de la falta de cultura ilustrada en nuestro país. Las fiestas con toros que se celebraban hasta el siglo XIX en Inglaterra, no eran menos crueles que las que se celebran todavía hoy en el Reino de España, incluido el Principado de Cataluña.

Los bull-baiting, peleas entre perros y toros, los bear-baiting, peleas entre huesos y toros o los bull-running, correbous al estilo de Sanfermín fueron muy frecuentes hasta el siglo XIX en las ciudades industriales del norte, pero estas prácticas fueron prohibidas a partir del 1824, año en el que se fundó The Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals, una entidad creada para promover una educación humanitaria y el respeto a los animales, con una única finalidad: construir una sociedad mejor. Paralelamente en España, el rey Fernando VII, el último rey absolutista, cerró la Universidad y abrió las escuelas de tauromaquia, desde donde se promocionó la tauromaquia que hoy conocemos. En lugar de fomentar la educación de la sociedad, la realeza española fomentó la vileza y la incultura. Hoy, el resultado de estas políticas aún pervive: entre muchos otros defectos, somos el paradigma cultural del maltrato animal.

Helena Escoda és antrozoòloga, historiadora i coportaveu de la Coordinadora per l’Abolició dels Correbous de Catalunya

«Todo propietario de perro debería pasar por una evaluación individual para evitar problemas»

Entrevistamos a Aina Paredes Serrano, licenciada en Derecho por la Universitat Rovira i Virgili. Aina cuenta con un máster de acceso a la abogacía y acceso al turno de oficio en 2014, con las especialidades de menores y violencia sobre la mujer. Es miembro fundador y actual vicepresidenta de la Sección de Derecho de los Animales del Ilustre Colegio de Abogados de Tarragona y de la Asociación Advocats en Defensa Animal Tarragona. Además, nuestra entrevistada es educadora canina titulada y especialista en modificación de conducta canina.

¿Puede afirmarse que hay leyes injustas?

Desde el punto técnico no, pues la Justicia como tal es la aplicación de las leyes. Sí puede existir normativa que vulnere una superior, el caso más conocido sería cuando vulnera la Constitución y se recurre al Tribunal Constitucional para que declare su inconstitucionalidad y la anule. No obstante, desde un plano más ético o moral sí podemos considerar una ley injusta e instar su modificación. Al fin y al cabo muchos son los precedentes que han construido la evolución de nuestra sociedad hacia una mayor cohesión entre la justicia ética y moral y la legislativa.

¿La legislación que regula la tenencia de perros potencialmente peligrosos es una de ellas?

A mi parecer sí, en ambas vertientes. Desde el punto de vista técnico debemos observar el Convenio europeo sobre protección de animales de compañía, hecho en Estrasburgo el 13 de noviembre de 1987 y ratificado por España. El artículo 4.2 del mismo recoge expresamente la obligación de toda persona que tenga un animal de compañía o se ocupe de él de procurarle cuidados y atención que tengan en cuenta sus necesidades etológicas.

Como bien sabemos, las necesidades etológicas de un perro (cualquier perro) incluyen las interacciones sociales (pues son seres gregarios como nosotros); que se les permita cierta libertad de movimiento; etc. Y todo ello se impide con la normativa estatal al prohibirles deambular sin bozal, sin poderlos soltar en los espacios para perros (que precisamente se crearon para cubrir necesidades etológicas de los mismos), se les obliga a ir siempre con correa no superior a 2m (en algunos municipios incluso 1,5 metros)…

En resumen: o bien la normativa estatal entiende que los perros de ciertas razas y características pierden su condición de perros y por lo tanto tienen necesidades etológicas distintas al resto, o claramente se contradice con el Convenio Europeo.

Más extensamente podríamos entrar además a valorar si ese incumplimiento supone a su vez daños graves para la salud física o psicológica del perro y entonces ya entraría en contradicción con otra tanta normativa de protección contra el maltrato animal.

¿Es útil la ley que se promulgó en 1999 para el control de los animales potencialmente peligrosos?

No, en absoluto. Desde el punto en que en la mayoría de ocasiones ni siquiera se controla que los animales estén censados, esterilizados o que se cumplan las obligaciones de tenencia de núcleos zoológicos este tipo de normativa tiende a dificultar aún más y a martirizar a quienes pretenden una tenencia responsable, creando múltiples trabas para ellos y escasos controles para los infractores. Si me paseo con un PPP por el centro de la ciudad es posible que me paren a pedirme la documentación, más aún según sean mis características físicas, pero si tengo un terreno con 10 de ellos sin esterilizar, criando para peleas es más difícil que me localicen.

Y… ¿Cuáles suponen y/o sufren un mayor peligro? ¿Tiene una base científica?

Por más que se pretenda, no. Desde la clasificación de ciertas razas mediante el anexo y hasta las medidas acordadas existen múltiples incoherencias. Pongamos un ejemplo, saliéndonos del Pit Bull Terrier o el Staffordshire Terrier que son los que a todos nos vienen a la mente al hablar de PPP.

El Akita Inu está también incluido como PPP (el adorable Hachiko, para muchos), realmente esta raza para quienes deseen informarse tiene una selección y origen que claramente puede determinar su “potencial” como peligro en caso de que decidan atacar, pero… ¿Qué pasa con el Akita Americano? Las diferencias son bastante escasas, el origen idéntico, pero no se encuentra en el Anexo I de la Ley y no cumple la mayoría de los requisitos del Anexo II. ¿Cuál es la base? Es más, si entramos a valorar el riesgo o peligrosidad de una mordida

¿Qué ocurre con los pastores alemanes, los malinois, o los perros lobo checoslovaco… O incluso… ¿Un mastín? Puedo entender que el daño que causa una mordida de un dogo argentino no es comparable al que pueda causar la mordida del chihuahua más agresivo, y de ahí su mayor “potencial” pero… ¿Y los que he enumerado u otros tantos?
Luego nuevamente las medidas que se establecen, como ya he expuesto antes, entiendo que no tienen ninguna base científica, pues lo que hacen es dañar al individuo impidiendo cubrir necesidades etológicas básicas y probablemente aumentando su malestar, reactividad y peligrosidad en consecuencia a ello.

¿Podríamos decir que no cumple la función para la que fue concebida incluso agrava la situación?

Claramente.

¿Se aplica por igual en todas las comunidades autónomas?

Todas basen de la normativa Estatal, aunque pueden realizar matices (siempre aumentando las limitaciones).

¿La transposición a Cataluña es mejor o peor que en otras autonomías?

Hay autonomías peores y mejores. Diría que no está en ninguno de los 2 extremos. La “mejor” sería la mera remisión a la normativa estatal, dado que no puede ser menos restrictiva. En el caso de Cataluña además añade matices como la prohibición de que puedan ser certificados como perros de asistencia, en su Ley 19/2009, de 26 de noviembre.

¿Es discriminatoria?

Indudablemente.

¿Se aplica? Y… ¿Si se hace se hace adecuadamente?

Se aplica en su vertiente recaudatoria, todos los ayuntamientos tienen claro que pueden cobrar para la licencia, en la mayoría de municipios la policía local tiene conocimiento de que debe parar y solicitar la documentación de según qué tipos de perros. Aunque, como he comentado anteriormente, la mayoría tiene la imagen de un par de razas concretas o de características similares, pocos identifican como PPP a los Akita o a los Fila Brasilero (por ejemplo).

También conozco de agentes sensibilizados con la causa que si ven que el perro está bien prefieren no aplicar la normativa, pues las consecuencias pueden ser peores que el no aplicarla, y mirar hacia otro lado. Muchos tampoco conocen la prohibición de pasear con más de 1 PPP a la vez… En fin, se aplica, pero solo algunos puntos de la normativa y con ejemplares muy similares. Ya ni se me ocurre preguntar qué controles se llevan de perros de otras razas o características que hayan sido catalogados como PPP por haber protagonizado agresiones a perros o personas. No creo que se aplique su totalidad, ni adecuadamente.

La licencia para tenerlos o pasearlos tiene una vertiente jurídica, una médica, una de responsabilidad civil y una burocrática. ¿Los mecanismos que los evalúan son infalibles? ¿Habéis obtenido la licencia?

En mi caso nadie vio a mi perro, su carácter o características físicas. Y puedo asegurar que si mi perro decidiera atacar a alguien, por características físicas, por mucho bozal y correa corta que lleve a mí me arrastra y mínimo un morrazo se lleva, si no es el caso de otro perro que le rompa el bozal y acaben los 2 en el veterinario.

Yo he visto a personas arrastradas por un Pomeranian. Los mecanismos establecidos NO EVALÚAN la capacidad del guía para controlar y manejar a su perro. Simplemente establecen un control para asegurar que en caso de que suceda algo, los daños queden cubiertos y que tomas unas mínimas medidas, como el seguro obligatorio del coche, la ITV…

¿Una posible reforma en qué dirección debería ir?

La Ley avanza siempre de la mano con la conciencia social, es difícil quitar el miedo a la gente a cierto tipo de perros, pero en el caso de que quiera controlarse la tenencia de estos animales sería mucho más correcto establecer una evaluación individual del propietario y el perro: ¿Qué nivel de reactividad o carencia de ella tiene el perro? ¿Qué control y manejo tiene el guía? ¿Es un perro que evita problemas y puede estar suelto con otros perros sin problema? ¿Tiene el propietario una buena llamada para controlarlo aún a distancia? ¿Puede interactuar con correa sin problema? ¿Tiene el propietario un buen manejo?… Una normativa que estableciera pruebas y certificaciones en este sentido, que fueran revisables, incluso periódicamente como la ITV, y fijara medidas limitativas solo en los supuestos que fuera necesario y de forma específica para cada caso/nivel.

A mi parecer, en un mundo ideal TODO propietario de perro debería pasar por estas pruebas, se evitarían muchos problemas y traumas.

Además de abogada eres educadora canina. ¿Cuál es tu experiencia con los Perros Potencialmente Peligrosos?

Hay de todo, además como he dicho, son más razas de las que la gente cree y con caracteres y comunicación distintas. No tiene nada que ver un Akita con un Pitbull.

Los “tipo presa”, los Terrier, suelen ser bastante del propietario y aunque no son los más ágiles para aprender si son muy constantes luego. Mi experiencia, incluso con aquellos que tienen problemas de conducta, es que con un buen manejo y un entorno adecuado mejoran notablemente, no tiene sentido estigmatizarlos de por vida. Además el bozal cuando intentas premiar es un engorro, las correas cortas son a menudo la causa de la reactividad, porque enseguida tienen tensión, la falta de libertad para relacionarse es otra causa importante, pues les crea mucha frustración y aislamiento.

La mayoría ya tienen problemas por comunicarse distinto a otros perros como pueden ser los retriever y esto no ayuda NADA.

Los propietarios o poseedores además de los requisitos administrativos… ¿Qué requisitos emocionales y técnicos deberían cumplir?

¡Qué gran pregunta! En general, además. Dicen que la formación para tener (cualquier) perro debería empezar 2 años antes de que nazca. Nadie debería tener perro para suplir carencias emocionales, eso no es su tarea, ni mucho menos para pagar sus frustraciones. Pero si además tienes un perro fuerte, evidentemente, esto requiere más de ti para su manejo. Tienes 2 opciones: o eres más fuerte o tienes buenas técnicas de manejo.

Para tener un perro tienes que aprender a estabilizarte, a ser firme pero sin enfado, no enfadarte es esencial. Un perro potente con alguien que le transmita seguridad, firmeza, sin agresividad ni enfado, comprensión… No tiene porqué suponer un peligro. Y mínimo debería asistir a clases de educación básica y algún club de socialización para aprender a interactuar con otros perros y personas.

¿Son más vulnerables al maltrato?

Concretamente los Pit Bull, Staffordshire Bull y American Staffordshire o cruces de estos tienen una alta tolerancia al maltrato por parte de humanos, su selección históricamente les ha llevado a ello y lamentablemente eso junto con su aspecto robusto les condena a menudo a tener propietarios con cierto perfil de agresividad que les “corrigen” a puñetazos; o a ser perros de guarda encadenados; o a peleas…

¿Hay suficientes recursos para la rehabilitación de perros maltratados o supervivientes de peleas?

Recursos y medios existen, es decir, hay métodos amables que pueden ayudar a estos animales y por suerte cada vez hay más profesionales en modificación de conducta formándose en este sentido. El tema es que para ello debe haber personas implicadas: particulares, asociaciones… Que decidan acudir a estos profesionales y seguir sus pautas. Es un trabajo MUY duro, sobretodo emocionalmente, para quién decide hacerse cargo. Y si ya es difícil que se logre adopción de PPP en un refugio, dados los requisitos y trámites administrativos cuando no tiene problemas, imaginad la dificultad de que alguien asuma eso además de la rehabilitación de perros con problemas de esa gravedad, que pueden suponer años de trabajo.

La gente quiere perros para disfrutarlos, no para ir evitando otros perros, sufrir incluso lesiones por tirones de correa, regresar frustrados a casa o verlo sufrir por el miedo y la ansiedad.
Ahora bien: si decides hacerlo te cambia por completo, maduras y mejoras como persona y creas un vínculo con otro ser que será seguramente el más especial de tu vida. Lo digo por experiencia.

¿Hay alguna sentencia que conozcas en el que haya PPP implicados y que te apetezca comentar?

Ciertamente, las Sentencias me resultan bastante desalentadoras, en este sentido la mayoría tratan la instrumentalización de los mismos como armas, existen varias sentencias de Audiencias coincidentes en que la causación de lesiones haciendo uso de un perro se incluyen claramente en el catálogo de medios peligrosos del artículo 148.1º del Código Penal y fundamentan la agravación en el aumento de la capacidad agresiva en el actuar del agente y en el mayor riesgo de causación de lesiones. Mientras que esta catalogación no influye en ninguna protección distintiva o especial para mutilaciones o maltrato de los mismos.

Espero pronto poder comentar otro tipo de sentencias, por ejemplo ahora en la asociación a la que pertenezco, ADAT, llevamos la acusación popular por la muerte de un Rottweiler que fue disparado por un agente de policía en Segur de Calafell, el joven Shaitan de 13 meses de edad llevaba meses vagando y su condición de PPP claramente le llevó al peor final, puesto que seguramente en caso de haber sido un Bichón Maltés nadie lo hubiera visto como un peligro, si no como la víctima de abandono que era.

¿Se persigue con igual celo el daño real que sufren estos animales frente al daño potencial que podrían causar?

Ni por asomo, como he comentado el primer daño se les causa por la propia normativa y después su estigmatización y características les lleva a otras muchas formas de maltrato, son doblemente victimizados y a razón de ello en los casos que se interviene por maltrato y son incautados difícilmente encuentran una nueva familia, muchos están condenados a morir en los refugios. Además las penas y sancionas por uno y otro y las medidas de prevención no tienen ni punto de comparación. Como he empezado diciendo faltan controles para asegurar que TODOS los propietarios son responsables, en lugar de dificultar a los que lo son los trámites y tenencia. Ignorando aquellos que no se presentan voluntariamente para realizarlos.

«Quien quiera gestionar una colonia felina debe acercarse con respeto al gato»

Hoy en Animalados conocemos mejor a la entidad leonesa Argos. Este grupo de personas lleva tiempo trabajando en el corazón de Castilla con distintos aspectos de la protección animal. Desde el rescate de animales abandonados, a los que se busca un nuevo hogar, al despegamiento del programa de gestión de colonias de gatos. Un trabajo de profundo calado que está destinado a crecer.

¿Cuánto tiempo hace que tenéis el método CER (capturar /esterilizar / retornar) aprobado oficialmente en León?

El CER está aprobado de manera oficial desde el mes de abril del año pasado. El Ayuntamiento involucró para la decisión a más entidades como son el colegio de veterinarios, la asociación que aglutina de todas las clínicas veterinarias de León. La intención de esta nueva medida era la de desparasitar, vacunar y chipar a los gatos. Hasta la fecha este proceso está parado. Nosotras seguimos castrando y al menos no nos sancionan. Desde el pasado verano estamos gestionando colonias en el alfoz: Villaquilambre. Anteayer se hizo oficial.

¿Sanciones? ¿Por qué?

Sí. La Policía Local sancionó a nuestra secretaria por dar de comer a una colonia de gatos que lleva haciéndolo 30 años. Dijeron que lo estaba haciendo en lugar público, siendo totalmente falso. La recurrimos y la perdimos porque la policía tiene presunción de veracidad. Al menos desde el año pasado no tenemos ninguna sanción más.

¿Qué balance hacéis de este periodo?

Para nosotras el balance es positivo porque hemos seguido castrando y cuidando de colonias.

¿El secreto está en mucho tiempo de trabajo buscando el apoyo municipal?

En absoluto, al menos en León. Hace tres años presentamos nuestro CER y nos lo rechazaron. Villaquilambre fue todo lo contrario. Ellos se pusieron en contacto con nuestra Asociación.

¿Y en la realización de un buen proyecto dando todo detallado a las autoridades?

Las dos veces se les presentó un proyecto. El segundo, obra de una Doctora Veterinaria. Al final han hecho un remix del nuestro con incorporaciones nuevas.

¿Cómo era  vuestro trabajo antes del CER?

Nosotras ya llevamos cuatro años cuidando de colonias, eso sí, siempre con ojos en la nuca.

Vosotras habéis sabido conectar desde hace años con entidades de otras comunidades y ciudades. ¿La colaboración es imprescindible?

Por supuesto. El primer proyecto CER que presentamos nos lo facilitó La Plataforma Ciudadana Pro Animales, de Oviedo. Sobre él trabajamos.

¿Podéis asesorar a personas y entidades que quieran seguir vuestros pasos?

Claro. De hecho es lo que estamos haciendo en la actualidad.

¿Qué tres consejos compartiríais desde ya?

Quien quiera gestionar y cuidar de una colonia debe, por encima de todo, acercarse con respeto al gato, como individuo, a la colonia como una comunidad y al resto de cuidadores, como seres que ayudan a vivir a los gatos.

Es muy importante también tener mucha paciencia porque todo lleva su tiempo. La preparación… la captura …

Por último, también es necesario no enfrentarse a los vecinos. Siempre llevamos las de perder. Los gatos solo nos tienen a nosotras, asociaciones y cuidadores.

¿Qué otros retos tiene pendientes Castilla-León con respecto a los animales?

La reforma de la Ley 5/97 de Protección de animales de compañía. Está obsoleta y mal elaborada.

¿Qué objetivos tiene vuestra asociación?

Principalmente el cuidado de colonias de gatos ferales. En ello trabajamos.

¿Quién os ayuda?

Los socios, las casas de acogida para aquellos gatos que son adoptables y por supuesto los voluntarios, en su mayoría cuidadores de colonias. No queremos subvenciones que hipotequen nuestra asociación.

¿Cómo puede ayudaros quién quiera hacerlo?

En primer lugar siendo casa de acogida. Otra manera es ayudándonos con el trabajo que realizamos en las colonias.