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Rafaela Prada: «una colonia de gatos no es una plaga a erradicar cuando alguien considera que molesta»

Rafaela Prada es una ciudadana andaluza que como muchas otras ha traspasado el estatus de propietaria de animales de compañía al activismo animalista. Informada y concienciada sobre los derechos y deberes respecto a los gatos fetales nos responde a unas preguntas que nos informan sobre la realidad de Cádiz, una provincia dond los gatos callejeros van ganando en reconocimiento

¿Qué pasa en Cádiz con los gatos?

Habría que empezar contextualizando su situación actual, y me refiero a la capital, ya que está actuando como referente para otras iniciativas municipales. En el año 2005 se firmó un acuerdo entre el Colegio de Veterinarios y el Ayuntamiento de Cádiz, en el cual participaba a su vez una asociación protectora de animales y otra ecologista.  Dicha campaña se denominó “En tu ciudad, gato sano” y supuso un gran avance respecto a la situación anterior, caracterizada por la eliminación de las colonias molestas mediante la matanza sistemática. Pero se continuó matando animales, si bien de forma más selectiva, ahora ya bajo el paraguas  y excusa de la salud. Se capturaba a los gatos de aquellas colonias elegidas, se les realizaban los tests de inmunodeficiencia felina y de leucemia y, en el caso de resultar positivos, por muy asintomáticos que fueran, los gatos eran sacrificados.  Los números que se manejan son dispares,  incluso entre los propios gestores y, probablemente, las cifras reales no lleguen a conocerse nunca.  Dicho acuerdo se ha venido renovando hasta la actualidad  y está sirviendo como modelo para otros ayuntamientos  como el de Puerto Real  o el de Chiclana de la Frontera. Si bien ahora se afirma que el testaje y posterior sacrificio solo se llevan a cabo en caso de signos evidentes de enfermedad, las premisas siguen siendo las mismas, de igual modo que siguen siendo los mismos el oscurantismo y la falta de información pública y contrastable al respecto.  Y en cualquier caso, la dirección ejercida por el Colegio de Veterinarios no deja resquicios para intervenciones que no queden bajo su control. En palabras de su presidente:garantizar la salud de la ciudadanía gaditana es el fin último de esta campaña, puesto que la proliferación de cualquier animal de forma descontrolada supone un riesgo para los humanos, por su capacidad para transmitir enfermedades”.

En esta línea, la esperanza que surgió en la ciudad de San Fernando, con un CES aparentemente participativo y enfocado directamente al bienestar animal, se está convirtiendo en  más de lo mismo. El temor de que la actual desvinculación del Colegio de Veterinarios, de sus directrices e intereses, desaparezca, parece que no tardará mucho en hacerse realidad. 


Es cosa de la capital o ser gato en Caí es un peligro?

Tal como decía antes, la capital, con el prestigio oficial aportado por el Colegio de Veterinarios es el referente más imitado cuando los diferentes ayuntamientos deciden llevar a cabo una cierta gestión de las colonias. Resulta llamativo que, independientemente del color político de los responsables municipales,  en este asunto todo continúa prácticamente igual, esencialmente porque si bien el marco político e incluso los fines  a largo plazo son diferentes, la gestión diaria se deja en manos de los mismos de siempre, técnicos y asociaciones con hábitos y rutinas difíciles de cambiar.  La idea  que subyace es que los gatos son una molestia, una plaga. Los vecinos que se quejan por su presencia tienen razón y hay que atenderlos. Las personas que los cuidan, que suelen ser mujeres,  son unas locas que no tienen  idea de nada, a las que es necesario vigilar y “poner en su sitio”. Y el fin último, tal como se repite insistentemente por los gestores de las campañas, es la reducción inmediata del número de gatos de la calle. Obviamente, el método más eficaz para ello consiste en eliminarlos.  Jugando además con la imagen del gato como transmisor de enfermedades a los humanos. Una imagen que responde más bien al imaginario medieval del gato como animal satánico y que por razones no muy científicas, el oficialismo, en sus diferentes vertientes, paradójicamente también el veterinario,  no tiene interés en cambiar.

¿Por qué debe preocupar el concepto de gatos sanos?

La respuesta más inmediata surge de la evidencia vivida por las personas alimentadoras de colonias que han visto como animales totalmente  asintomáticos de cualquier enfermedad y con una posibilidad de vida en cuanto a duración y calidad no muy diferente  a la de cualquier gato de colonias,  han sido implacablemente sacrificados, en nombre, supuestamente, de su salud.

Habría muchas razones más técnicas y científicas. Por ejemplo,  la obsesión por la inmunodeficiencia y la leucemia, cuando existen enfermedades tan letales y de más fácil contagio.  La facilidad de realización de esos tests, o su precio, quizás tenga mucho que ver, más que el bienestar  animal. O el hecho de que la duración de la vida de un gato de la calle probablemente no permita que tales enfermedades lleguen a desarrollarse. Atropellos, venenos, etc…acabarán posiblemente antes con la vida de ese animal. Hay eminentes veterinarios que no ven en la positividad una condición suficiente para justificar el sacrificio.

Además hay importantes limitaciones técnicas que no permiten asegurar que un gato sea positivo. Nos referimos por ejemplo al retest. Y por encima de todo, porque es una cuestión ética. No se protege matando. Evitar el dolor en el momento en el que se está experimentando y cuando resulta intratable sí es una obligación. Matar para evitar un posible sufrimiento en un hipotético futuro….es un control poblacional, pero el calificativo de ético está de más.

No obstante, parece ser que matar a los gatos alegando las razones antes señaladas ha ido perdiendo defensores en los últimos tiempos. Por eso resulta muy significativo que, también cada vez con mayor frecuencia, se alude a la posible transmisión de enfermedades a los humanos. Una vez más, buscando excusas para matarlos. Así, desde instancias oficiales, sirviéndose de informes de supuestos expertos, se difunde un miedo entre la ciudadanía que justificará cualquier decisión posterior, tendente siempre a la eliminación de los gatos que se considera que exceden del número aceptable. Considero que difundir ese miedo no es solo una práctica irresponsable, como habitualmente se suele calificar. Es perversa.


Los carnets de alimentadores concedidos por el Ayuntamiento de Cádiz parece que son insuficientes ¿En qué sentido?

Inicialmente, el Ayuntamiento decidió que solo serían cuarenta, lo cual resultaba a todas luces insuficiente. No obstante, dadas las quejas que se produjeron, se abrió la posibilidad de conceder más carnets, incluso  en número ilimitado. Pero la realidad ha sido otra. Al no haberse realizado un censo real, aquellas personas cuidadoras de colonias no censadas no tienen derecho a disponer de carnet. Carnets que adjudican los gestores de siempre, aplicando la falta de transparencia de siempre, con el monopolio y despotismo de siempre.

En una carta que se publicó en el Diario de Cádiz usted cuestiona la transparencia del proceso de asignación de la adjudicación de carnets y del control de colonias

Mi queja respecto a la adjudicación de carnets se sustentaba en las medias verdades que desde el Ayuntamiento de Cádiz se habían difundido. No se había seguido un procedimiento de difusión pública, de participación ciudadana en la decisión tomada. No es solo que no hubieran contado con los alimentadores particulares, que ni están asociados ni desean estarlo, pero cuya labor resulta esencial. Cuando decían que habían consensuado con asociaciones  vinculadas a la protección animal en realidad se trataba de dos grupos, uno de ellos ecologista, vinculados políticamente al Ayuntamiento y representados  por las mismas personas. Grupos que han venido monopolizando el control de colonias desde el momento en que el Ayuntamiento anterior decidió llevarlo a cabo. Dicho monopolio  continúa mediante la renovación del correspondiente convenio. La posibilidad de un nuevo tipo de gestión, más participativa, transparente y democrática, en estos momentos parece muy lejana.  Dudo mucho de que el Ayuntamiento, a través de sus responsables y gestores, nos ofrezca un seguimiento periódico de la actual campaña, con la identificación de los animales tratados y destino de los mismos.


Cómo es posible que aún, en contra de los posicionamientos de veterinarios expertos se repita el error que denuncia?

Porque no es un error para quienes  desean reducir el número de gatos de la calle. La excusa de la salud de los animales les resulta muy útil. ¿Por qué iban abandonarla? De hecho, y tal como mencionaba antes,  como en los últimos tiempos parece que dicha excusa ya no es suficiente, están pasando a insistir en la posible transmisión de enfermedades a los humanos.

Resulta muy significativo que cuando, por ejemplo, desde el Colegio de Veterinarios se mencionan los logros de las campañas de control de colonias centradas en la salud, siempre se enfatiza la disminución del número de animales, dejando clara cuál es su prioridad.

Y en cuanto a las personas vinculadas al ámbito de la protección que realmente creyeron que era el procedimiento  más conveniente, entiendo  el mecanismo psicológico autojustificativo de defender dicha práctica, manteniéndola siempre que les resulta posible.

Alimentador es una categoría por debajo de gestor de colonia. El uso de ese término es deliberado?

Lo es. Con un cierto sesgo clasista y machista, suele identificarse con persona, normalmente mujer (“loca de los gatos”), ignorante, incapaz de aprender cómo cuidar con cierta profesionalidad una colonia y con quienes los ayuntamientos no desean relacionarse directamente. En cambio el gestor de colonia, en nuestro entorno siempre asociación, desde una perspectiva más oficial y  normalmente bien relacionado con los ayuntamientos, ofrece esa profesionalidad de la que las personas alimentadoras carecen. El gestor posee formación para la captura, la identificación de problemas que merecen atención veterinaria, conocimiento de la normativa, y además alimentación. En cualquier caso, si bien es verdad que no todos los alimentadores saben cómo cuidar correctamente de una colonia,  con las indicaciones y ayuda adecuadas  nunca dejarán de resultar imprescindibles.

Lo que ocurre ahora es continuidad del pasado, empeoramiento?

En la provincia de Cádiz, aparentemente han cambiado las intenciones, y así lo expresan en reuniones alcaldes como el de Cádiz o el de Puerto Real. Pero la realidad diaria no ha cambiado mucho. La centralidad del papel del Colegio Oficial de Veterinarios  y del personal técnico de los ayuntamientos lo hace inevitable. Sobre dicho personal técnico también habría que resaltar las funciones determinantes que asumen. Decisiones  políticas, porque la relación con los animales es un asunto político con una profunda dimensión ética, se dejan en manos del mismo. Un personal que no se presenta a elecciones y cuyas tareas deberían consistir exclusivamente en ser el instrumento para la toma de unas decisiones que no les corresponden. O que no les deberían corresponder.


Qué debería cambiar en la ley andaluza?

Respecto a los gatos, para empezar reconocer la figura del gato feral, inexistente en nuestra Comunidad.  CER como imperativo, reconocimiento a su vez de sus derechos así como los de las personas que los atienden en sus variadas formas. Protección de las colonias, regulación de los recursos que permitan su subsistencia….. bajo el principio de que una colonia de gatos no es una plaga medieval que debe ser  erradicada cuando alguien considera que molesta.


Qué han supuesto las Jornadas Felinas de Córdoba en Febrero?

Ante todo, han permitido conocer la situación de los gatos de la calle en  las diferentes provincias de Andalucía. Partiendo de ahí, y teniendo en cuenta el ámbito profesional de los ponentes, desde juristas a veterinarios,  se ha alcanzado un conocimiento actualizado, tanto teórico como práctico, de todo lo que implica el cuidado y gestión de las colonias felinas. Desde el campo veterinario, han quedado desacreditadas aquellas prácticas que conllevan el sacrificio de animales amparado en la excusa de la salud. Considero también muy positivo el contacto  que ha permitido entre personas, asociadas o no, comprometidas con la protección de los gatos, un contacto que puede constituir el germen de una coordinación y de una futura y necesaria red de apoyo.


Qué puede hacer la comunidad felina para contribuir al cambio en la consideración de los gatos en la tacita de Plata?

Creo que el establecimiento de una red andaluza de protección felina, organizada de la manera que se pudiera considerar conveniente, sería muy necesaria no solo para Cádiz, también para cualquier asociación protectora, gestor  o persona alimentadora de colonia de otros lugares que, en demasiadas ocasiones se encuentran solas y sin recursos frente a  técnicos de ayuntamientos, colegios de veterinarios o responsables políticos. Una red de asesoramiento de todo tipo y de ayuda.

En este sentido creo que las I Jornadas Felinas Andaluzas han significado un gran avance. Confío en que continúen celebrándose anualmente y que podamos ver cómo sus logros se concretan.


Por qué tienen los gatos tan mala prensa?

Quizás habría que llevar a cabo estudios antropológicos y de psicología de nuestro imaginario colectivo para encontrar las razones. El hecho es que, en nuestra Comunidad andaluza e incluso diría que en todo el Estado, la imagen del gato como un animal, por un lado necesario y útil, como instrumento para mantener  cierta “limpieza”, convive con la opuesta, la de un ser poco menos que maléfico, portador  de desgracias de todo tipo. Demonios que en nuestros tiempos,  muy asépticamente, se hacen pasar por  enfermedades, virus…

Por qué debemos proteger a los gatos?

Como a cualquier animal, porque la relación que mantenemos con ellos es un indicador de nuestro progreso  social y moral. Por nosotros mismos, como especie dominante en el planeta, porque el respeto, la compasión y la consideración hacia los demás, no solo a los  miembros de nuestra especie, nos engrandece, nos hace mejores. Para vivir en una sociedad decente.