No es la raza, es el propietario, por Futuranimal
La ley que regula la tenencia de perros potencialmente peligrosos ni es justa ni protege nadie
En 1999 tras el ataque de un perro al hijo de una celebridad se promulgó a toda prisa la ley de animales potencialmente peligrosos. Ya desde el primer momento levantó mucha polémica ya que criminalizaba unas razas y sus mezclas. De repente, ciertos individuos inofensivos fueron designados como un arma y por tanto su conducción y propiedad obligaban a contar con un permiso especial. Un seguro, la ausencia de antecedentes penales, la superación de un test psicotécnico y el permiso municipal. Además la obligación de llevarlos atados y con bozal fuera de casa y garantizar que no pueden rehuir de la propiedad privada donde habiten. Inexplicablemente, quedaron fuera los pastores alemanes. Las malas lenguas lo atribuyen a la fuerte influencia que ejerció un famoso criador de esta raza que se sacaba de repente la competencia de otros criadores de razas fuertes. La norma es la única de aplicación obligatoria en todo el Estado Español en materia de animales de compañía. De hecho es una competencia autonómica y como tal se aplica tal cual o ampliada según las autoridades regionales. Galicia y Murcia tienen el doble de razas que las apuntadas desde Madrid. Así pues, fronteras casi invisibles estigmatizan a un mismo individuo, potencialmente peligroso o no en virtud de su apariencia y del criterio del legislador. José María Pérez Monguió, jurista andaluz, hace años escribió un libro sobre el tema mostrándose crítico con el fondo y la forma del texto. Ciertas características morfológicas debían determinar la vida de unos animales más allá de su comportamiento, carácter, educación y contexto.
Todos los artículos aparecidos en revistas científicas que han tocado el tema insisten en que es el individuo y su circunstancia los que determinan su potencial combativo. Los ingleses han trabajado mucho el tema, no en vano han llegado a hablar de weapon dog. Los weapon dog son el elemento disuasorio y de estatus de un colectivo marginal que prueba de aumentar su prestigio mediante un perro presa con malas pulgas. El mismo perro en un entorno familiar equilibrado actúa como la mejor niñera del mundo.
No tenemos datos oficiales sobre el fracaso de una ley que nació de las prisas y de la ignorancia sobre la capacidad preventiva de la ley. Muchos indicios nos llevan a pensar que la violación de la norma de tenencia de gpp’ss es peccata minuta para aquellos que han optado por infringir la ley. En cambio, echamos de menos una ley restrictiva que proteja a estos perros de malas manos. Las peleas de perros, las mutilaciones, la cría incontrolada y los abandonos demuestran que quienes son peligrosos son los humanos.
Quien tiene la mente lo suficientemente abierta como para relacionarse con un GPP tiene muchas posibilidades de entregarles su corazón.
Muchos de los perros de presa son especialmente leales, tranquilos, entregados y cariñosos. Sólo es necesario que la persona sea especialmente cuidadosa y responsable. Los tesoros no pueden dejarse al alcance de cualquiera.
En este sentido la Asociación para la protección de GPP s lleva ya varios años promocionando, velando y formando estas razas y a la búsqueda de un hogar que se los merezca.
Emma Infante. Futuranimal.org
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