La experiencia de ir al trabajo con mi perro

La agencia de marketing y publicidad Ogilvy se ha unido a la alianza Pets At Work de Purina, una iniciativa que fomenta la presencia de los perros en las oficinas para mejorar el rendimiento de la empresa

¿Cuántas veces hemos sufrido de tristeza por tener que despedirnos de nuestro querido perro dejándolo solo en casa cuando vamos a trabajar? ¿Cuántas veces nuestro compañero de vida nos ha acompañado hasta la puerta del recibidor consciente de que ya no volveremos a casa hasta que finalice el día? ¿Cuántas veces hemos llegado a nuestro hogar tras la jornada laboral y nuestro estimado amigo nos esperaba en la puerta consciente de tu llegada? Todos estos problemas pueden acabarse con la iniciativa Pets at Work Alliance. Una iniciativa de Nestlé Purina que quiere fomentar la presencia de animales en compañías y organizaciones europeas.

Varios estudios científicos han comprobado que la convivencia entre perro y trabajador puede ser beneficiosa para todos. Para los empleados el descanso es mucho más ameno y saludable, ya que pueden estirar las piernas jugando o paseando con el perro. Tener a tu fiel compañero contigo evita la preocupación de tener que encerrarlo solo en casa, mejorando así el estado de ánimo. Además, varios estudios han concluido que jugar o acariciar a un animal puede aumentar los niveles de la hormona oxitocina y reducir la producción de cortisol, la hormona del estrés, y consecuentemente, mejorar la productividad laboral.

Ogilvy, agencia de marketing y publicidad, es una empresa ubicada en Barcelona que ha sido pionera en España en sumarse a la iniciativa de Pets At Work. El objetivo de esta nueva idea es que antes de 2020 haya al menos 200 empresas en Europa que permitan la incorporación de animales en la oficina. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Kuki, Tora y Winny han vivido su primer día en la oficina

Kuki, Tora y Winny son algunos de los perros que han iniciado su jornada laboral en Ogilvy Barcelona. La experiencia ha sido muy positiva tanto para ellos como para los trabajadores. El primer día en la oficina siempre cuesta al principio, pero con el paso de los minutos todos ellos se han ido acomodando y han acabado disfrutando de la experiencia.

Marta Aznar es una de las empleadas de Ogilvy que ha acudido a trabajar junto a su querida compañera de vida. Kuki es un Yorkshire de 12 años. Aznar se la quedó tras el fallecimiento de su abuela, y desde entonces, son inseparables. Marta ha valorado así la experiencia: “Últimamente Kuki tiene más necesidad de estar acompañada y no aguanta tanto tiempo en casa sin hacer sus necesidades. Además, tiene que tomar mediación por lo que traérmela al trabajo me permite compaginar sus tomas con mi trabajo”.

Andrea Pozo es otra de las empleadas que se han sumado a la iniciativa. Andrea ha ido acompañada por Tora, una hembra Labrador de 8 años. “Tora estará aquí muy bien conmigo. Estoy segura de que su presencia y la de los demás perros ayudará a desconectar la mente de vez en cuando. Acariciar a un perro es muy relajante”, explica Pozo.

Anaïs Rubio también ha valorado positivamente el primer día de trabajadores y perros. Ella tiene un Husky Siberiano de 6 años llamado Winny. Rubio ha valorado así la convivencia durante el primer día de jornada laboral junto a Winny: “Existe el dicho de que los perros se parecen a sus dueños, y la gente que hay en esta empresa vale mucho, así seguro que trabajar acompañados de nuestros perros será positivo para todos”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jordi Urbea, director general de Ogilvy Barcelona, ha valorado la importancia de ser la primera empresa española en sumarse a la iniciativa de Pets at Work: “Yo he crecido en un pueblo rodeado de animales y tenerlos cerca es normal para mí. Por este motivo siempre que alguien tenía un problema en dejar a su perro solo y me pedía permiso para traerlo a la agencia, siempre decía que sí”.

Los perros, antes de comenzar su jornada laboral en la empresa, han tenido que realizar una serie de ejercicios dirigidos para garantizar que responden a las órdenes de sus dueños y que saben relacionarse adecuadamente con los demás perros y empleados. Una vez superado el examen han recibido el “pasaporte canino” con el que han podido acceder a la oficina como un empleado más.

Por tanto, la primera experiencia de Pets a Work ha resultado muy satisfactoria para todas las partes. Perros y empleados han compartido una jornada laboral mucho más amena, obteniendo un estado de ánimo más favorable para uno mismo y para la productividad de la empresa. Veremos si con el tiempo las empresas se suman a la experiencia vivida por Ogilvy y podemos dejar de preocuparnos por dejar a nuestro fiel compañero solo en casa.

El problema está en el “ellos”

 

“Pero este ser humano que sólo ve la naturaleza como una fuente de recursos, como un instrumento que sirva a sus deseos, puede convertirse en un ser aún más peligroso. Cuando el ser humano descubre que hay fuerzas de la naturaleza que no puede dominar, animales que no puede domesticar, recursos que no puede controlar, cuando la naturaleza más salvaje se resiste a su poder, e incluso le ataca y le recuerda su fragilidad, el ser humano es capaz de perder todo uso de razón y olvidado ya de obtener de la naturaleza beneficios y provechos, lo único que ansía es la destrucción completa de quien se le haya resistido”

Artículo de Marta Tafalla en De animales y hombres, Studia Philosophica*

 

Puede que sorprenda que los dos documentales de los que hoy haremos el comentario no sean específicamente sobre los otros animales sino sean sobre nuestra propia especie.

No nos sorprenderá tanto si ya los hemos visionado y en ellos hemos reconocido los mismos mecanismos de explotación que seguimos aplicando a las otras especies, y, en 2018, a la nuestra propia.

El problema quizá siempre ha estado en el “ellos”, en la distancia que nos separa del otro. Esa distancia que permite al agresor aprovecharse de tu ser, usarlo o aniquilarlo, ya seas caballo, perro u hombre.  

No sólo lo intentamos con los que no se pueden defender. Nuestra especie ha intentado imponerse a los “otros” aunque contaran con las mismas ventajas a la hora de defenderse, como es el caso de muchas guerras. ¿Pero qué pasa cuando el otro no puede o no quiere defenderse, cuando no entiende el mundo de la misma manera violenta que el atacante?

El abrazo de la serpiente y El botón de nácar nos presentan esta situación.

Empezaremos por El abrazo de la serpiente de Ciro Guerra. Esta ficción construida como un falso documental (la historia es real) nos explica las peripecias de dos científicos occidentales, el primero el alemán Theodor Koch-Grünberg y el segundo el estadounidense Richard Evans Schultes. Koch-Grünberg fue etnólogo y explorador y sus expediciones permitieron conocer a pueblos nativos sudamericanos, en especial aquellos que vivían en la zona amazónica. La expedición que se nos relata en el film es la de 1909. Richard Evans Schultes fue biólogo especialista en botánica y en 1940 se embarcó en la aventura de ir a buscar una planta del caucho capaz de resistir mejor las plagas y las enfermedades, para así poder abastecer al ejército de los EEUU durante la IIGM. Evans sigue los pasos de Koch, quien se sospecha que había dado con esta planta.

Imagen del film «El abrazo de la serpiente». Theodor Koch-Grünberg una de las tribus.

Ambos personajes recorrerán los mismos espacios y tendrán como nexo de unión al indio Karamakate, nativo que ha decidido vivir aislado huyendo tanto de los occidentales como de los propios miembros de su tribu, capturados o seducidos por los extranjeros.

Podríamos entrar en más detalle en la sinopsis e historia real que hay en este film, pero nos centraremos en el triste mensaje que esta ficción nos trae.

Gracias a los dos viajes por la selva amazónica, el de 1909 y el de 1940 podremos observar, como aquél que pisa el terreno de batalla de una guerra, los estragos del colonialismo.

El film nos lleva más allá de lo físico (zonas de selva arrasadas, poblados destruidos, árboles mutilados…), nos lleva al daño que permanece, el moral, el psicológico.

Karamakate recrimina a los dos expedicionarios que ellos han traído el mal a sus tierras, que no respetan nada de la naturaleza, que no la tratan como un ser superior, que no la quieren ni tienen ningún vínculo más que el de explotarla. La figura de Karamakate es confrontada con la de Manduca, el indio nativo ex-esclavo de las caucheras que acompaña a Theodor. Manduca defiende que si no se acercan a los extranjeros y les enseñan el valor de sus tierras y sus pueblos nunca lo aprenderán y seguirán con la misma actitud agresiva.

Educar al colono, huir del colono o enfrentarse al colono… A día de hoy ya hemos visto cómo han acabado la mayoría de tribus y cómo se sigue explotando estas tierras. Aún y los muchos apuntes de estos investigadores no creo que se llegara a forjar un vínculo real con las selvas que estudiaban.

Tanto para Theodor como para Richard, el Amazonas y sus tribus forman parte de lo exótico, lo ajeno. Y aunque ambos personajes chocan con la cruda realidad

Imagen del film «El abrazo de la serpiente» Karamakate

que los explotadores de sus propios países han traído, sobre todo los caucheros y las misiones religiosas, siguen sin poder penetrar ni pertenecer a este mundo que ahora destruyen. Siguen queriendo algo de él, no queriéndolo.

La curiosidad mató al objeto del curioso. El propio Alexander Von Humboldt contribuyó de una manera increíble a la nueva visión sobre la Naturaleza, a su respeto. Pero lo hizo llevándose por delante las vidas de miles de animales que enjauló y secuestró de sus hogares para estudiarlos.

De la misma manera se trató a estas tribus: se explotó sus tierras, se les esclavizó, se les hizo arrodillarse ante un dios que nada se parecía a su serpiente-río. Se les violó.

Y de las tribus del río Amazonas a los pueblos del mar del sur de Chile. El botón de nácar, precioso documental del aclamado director de Nostalgia de la luz, Patricio Guzmán, nos trae, como ya hizo en su primer film, una obra que aúna dos tiempos distintos a través de un elemento natural y a través del dolor de un pueblo. Guzmán vinculará el mar con las tribus costeras del sur de Chile y con los vuelos de la muerte de la dictadura de Pinochet.

Imagen del film «El botón de nácar» Cacería de indígenas.

Pocos conocíamos las historias de las etnias de la Patagonia. Pueblos de navegantes que vivían en comunión con el océano y sus pequeñas islas. Pocos sabíamos cómo llegó su fin. La muerte vino de su propio país, cazadores de nativos recibían recompensas por sus cuerpos, por partes de sus cuerpos.

Y otra vez la cruz de un nuevo dios trajo consigo la crucifixión de sus vidas. Todo lo que conocían les fue prohibido. Les vistieron con ropas que no les pertenecían trayendo con ellas enfermedades que los diezmaron. Les prohibieron hablar sus lenguas. Les prohibieron acercarse al mar.

Pocos de ellos quedan vivos. Pocos que nos puedan contar en su lengua sus viajes, los nombres reales de las islas, las rocas, sus propios nombres.

El problema siempre fue el “ellos”. El que no pertenece a mi grupo, el que es diferente a mí. Aquél a quien no puedo entender. Aquél que ni siquiera necesita abrigo ante el frío o Dios ante la adversidad.

Cuánto miedo a estos pueblos fuertes. Cuánto miedo a estos pueblos que se reconocen temerosos de la naturaleza. Cuánto miedo a los que veneran al mar, al viento, a la montaña. Que respetan sus animales y sus plantas.

Miedo al que reconoces como libre. Miedo a lo que reconoces como libertad.

 

Sílvia Esteve 

*p.148-149, De animales y hombres, Studia Philosophica, ed. Asunción Herrera, Biblioteca Nueva, Ediciones de la Universidad de Oviedo, 2007, Madrid

Imagen de portada: Imagen del documental «El botón de nácar»

«Pero Treski ¿qué te pasa?»

«Cada vez que entro en la habitación y te descubro tumbado en un rincón y con los ojos cerrados, me da un vuelco el corazón»

Ya hace mucho tiempo que nos conocemos, de hecho, hace 15 años que somos inseparables. Hemos vivido en diferentes ciudades y países, hemos viajado en coche, tren, barco, piragua e, incluso en una ocasión, cuando eras pequeño, fuimos juntos en moto, aunque este es un secreto que mejor que ni la Guardia Urbana ni mi madre descubran. En 15 años hemos hecho muchas cosas juntos y nos conocemos perfectamente el uno al otro. Todavía no sé cómo, pero eres capaz de detectar, por la forma en como me visto, si me estoy preparando para que vayamos juntos a dar una vuelta o si saldré de casa sin ti para ir al trabajo o a comprar.

Yo también he aprendido a descifrar tus movimientos y ladridos. Por la forma como ladras, sé si me estás avisando de que quieres salir al patio o si te falta agua o si me estás pidiendo que vayamos a dar una vuelta. También sé distinguir cuando has hecho una trastada y me miras con la cabeza baja, con cierta desconfianza, intentando averiguar si ya he descubierto tu ataque indiscriminado a la basura.

En 15 años hemos aprendido a entendernos como si habláramos la misma lengua. Es por eso que ahora me siento indefenso cuando veo que quieres estar todo el día solo. No lo comprendo. Siempre habías preferido estar a mi lado al precio que fuera, aunque esto te obligara a prescindir de tu confortable cama. Hasta ahora, preferías estar a mi lado tumbado en el suelo, incómodo y a menudo soportando demasiado ruido, que tu apacible soledad. Por eso ahora no entiendo que quieras estar solo. Cada vez que entro en la habitación y te descubro tumbado en un rincón, aislado de la familia y con los ojos cerrados, me da un vuelco el corazón. Me agacho y te acaricio suavemente hasta que poco a poco, sin prisa ni sorpresa, abres los ojos para observarme con tu mirada cansada. Entonces te acaricio donde tanto te gusta, debajo de la garganta y al lado de las orejas y te pregunto con un hilo de voz: «Pero Treski ¿qué te pasa?».

Jordi Mumbrú, director de Animalados

Mucho más que una piscina canina

Si tienes perro y vives cerca de Barcelona estás de suerte o, mejor dicho, es tu perro quien está de suerte, porque el parque acuático para perros más grande de España está muy cerca de la capital catalana. Se llama Perros al Agua y está en la Roca del Vallés. Gracias a esta iniciativa, los dueños de los perros que desean que sus mejores amigos también se puedan bañar cuando hace calor, ya pueden elegir entre playa o piscina. Las playas donde se pueden bañar los perros no paran de crecer y ya hay diferentes opciones. Por el contrario, el número de piscinas es absolutamente insuficiente. Por ello os presentamos hoy Perros al Agua.

Su gran atracción son grandes lagos con diferentes profundidades donde todos los perros pueden bañarse y participar en diferentes actividades. Al Gran Lago hay toboganes, canoas, tablas de surf e incluso un rampa de saltos. Los dueños de los perros también se pueden bañar y acompañar a sus mejores amigos al agua. En el lago más pequeño, en cambio, es sólo para perros de menos de 10 kg y tiene menos profundidad. También tiene diferentes actividades para los bañistas de cuatro patas. También hay grandes explanadas para que los perros, después de tanta actividad, puedan recuperar las fuerzas. En las instalaciones también hay una zona de dunas, con arena fina para que los perros sigan jugando, veterinarios y un bar-restaurante.

El parque empieza la temporada en el mes de abril. Durante este mes y también durante el mes de mayo, el horario es de 11.00 a 17.00 y sólo está abierto en fin de semana. En junio, sigue abriendo sólo los fines de semana hasta el día 17 y, a partir del 18, abre todos los días, menos los lunes, de 11.00 a 19.30. En julio, agosto y la primera quincena de septiembre, los meses de más afluencia, está abierto de 11.00 a 19.30 (todos los días menos lunes). A partir del 15 de septiembre, sólo abre los fines de semana y en octubre, abre los fines de semana de 11.00 a 17.00.

El aforo está limitado y los meses de verano no es fácil conseguir entrada, así que, si os animáis, recordad comprar las entradas con cierta antelación. Existen abonos y precios más reducidos si sólo se va por la tarde, pero el precio por un día (perro y acompañante) es de 15 euros.